Artículos de Antonio Fernández Ortiz que tratan cuestiones relacionadas con la literatura en Rusia.

LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” XII

Décimo segunda parte:

La era de la inmisericordia

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

1.- La revolución de guante blanco y la violencia.

A pesar de los llamados en el seno del partido bolchevique a la mesura y a la convivencia, los defensores de la cultura proletaria y de la destrucción de lo que consideraban viejo y expresión de las viejas clases dominantes continuaron con sus ataques, sus agrias polémicas y sus intransigencias.

El problema no era la pertenencia a una de las muchas corrientes o asociaciones literarias, sino la actitud ante la nueva realidad, la relación con la revolución, con las reformas y cambios que se estaban produciendo, la relación con los diferentes proyectos del socialismo que se estaba construyendo.

El resultado fue una trágica ruptura y el enfrentamiento entre aquellos que negaban, por supuestamente burguesa, la cultura clásica, la herencia del realismo clásico ruso, y exigían una línea proletaria pura en la literatura como era el caso de las revistas Molodaia Gvardia y Na Postu, y aquellos que siguieron considerando a la cultura clásica como un referente y continuaron tomando como ejemplo a los clásicos rusos y de fuera de Rusia. Este posicionamiento radical, dio una riqueza inigualable e inimaginable a la cultura en general y a la literatura en particular durante largos años, pero al mismo tiempo, ante posturas tan radicalizadas, el conflicto se convirtió en tragedia desde el principio.

Es quizá el momento de recordar todo aquello de lo que hablábamos en las primeras entregas de esta serie, del nihilismo, del radicalismo, de la violencia en el movimiento revolucionario, y que hemos visto expresadas y sistematizadas en diferentes textos, como por el ejemplo en el Catecismo de un revolucionario de Nechaev.

Veamos un caso significativo. A mitad de diciembre de 1918 tuvo lugar la intervención de Trotsky en una reunión de las organizaciones locales y regionales del partido bolchevique en la ciudad de Kursk. En el salón de actos, ante los delegados y el público entró primero su guardia personal, su Centuria de Castigo todos ellos vestidos con cazadoras de cuero negro, botas altas de montar… limpios, aseados, impecables… después entraron los secretarios que debían tomar notas y levantar acta… tomaron asiento y pusieron sobre la mesa papel, lápices y sus pistolas Nagant … Después hizo su aparición el Jefe, Trotsky, con indumentaria similar, que tomando la palabra se dirigió a la audiencia: «Por desgracia, resulta que en nuestro partido todavía hay muchos intelectuales … que por lo que se ve no tienen ni idea sobre lo que es una revolución. Por ingenuidad, por desconocimiento o por debilidad de carácter ponen objeciones al terror. La revolución, camaradas, una revolución social de las dimensiones de la nuestra, no puede hacerse con guante blanco. En primer lugar esto nos lo demuestra la Gran Revolución Francesa cuyo ejemplo no debemos olvidar ni durante un solo minuto. … ¿Cómo podemos compensar nuestra falta de experiencia? Recuerden camaradas, ¡sólo con el terror! Terror constante y despiadado. … Nos vemos obligados a ponernos en la senda de la destrucción, la destrucción física de todas las clases, de todos los grupos de la población de los cuales pueden surgir posibles enemigos de nuestro poder. … Hay una sola objeción que requiere nuestra atención y exige una explicación: destruyendo de forma masiva, sobre todo a la intelligentsia, destruimos a los especialistas que nos son necesarios, científicos, ingenieros, doctores. Por suerte camaradas, en el extranjero hay especialistas de sobra. Encontrarlos es fácil. Si les pagamos bien vendrán de buena gana a trabajar con nosotros. Será más fácil controlarlos a ellos que a los nuestros. Aquí no estarán en contacto con su clase … estando políticamente aislados … serán neutrales».

Palabras similares a estas de Trotsky estuvieron en boca de muchos héroes de la “vieja guardia” y vienen a colación porque nos recuerdan a las de Nechaev y porque expresan de forma primordial ese estado de ánimo, radical y violento, acumulado durante decenas de años y que se encendió como un gran reactor social en los años de la revolución y la guerra civil. Y que una vez encendido, continuó activo durante los años veinte y treinta, tomando un cariz especialmente violento en la lucha por el modelo de construcción del socialismo. Y la literatura fue uno de los medios por los que se expresó aquel conflicto.

2.- La RAPP.

La Asociación Rusa de Escritores Proletarios (RAPP según sus siglas en ruso), fue creada en el año 1925 en la Primera Conferencia de Escritores Proletarios de Toda la Unión. Agrupó en sus filas a unos cuatro mil escritores y fue la más importante y mayoritaria de todas las asociaciones de escritores de aquellos años, siendo su primer Secretario General Leopold Aberbaj.

Uno de sus principales objetivos fue la lucha ideológica contra otras organizaciones y asociaciones de escritores y sus diferentes tendencias programáticas. La principal idea fue la creación de una nueva literatura proletaria. Sin embargo, en poco tiempo, se reprodujeron en su seno las facciones y tendencias contra las que había surgido, convirtiéndose en una gran fuente de conflictos entre los escritores.

La RAPP pretendió desde el primer momento tener el monopolio del control ideológico en la literatura. Sus miembros se consideraban a sí mismos como los guardianes de la pureza ideológica del marxismo. También se consideraba como una prolongación del Comité Central del Partido y se permitían la libertad de hablar en su nombre en asuntos de literatura.

Una de las características de los miembros más radicales de la RAPP fue su rudeza, su grosería y su dogmatismo a la hora de intentar imponer sus criterios ideológicos. En la vida real y cotidiana estás maneras se expresaron en forma de persecuciones despiadadas contra muchos escritores. En unas ocasiones se les negaban los medios de subsistencia, por ejemplo no dándoles acceso a traducciones de obras en lenguas extranjeras, como fue el caso de Boris Pasternak que fue un gran traductor de Shakespeare. En otras ocasiones escribiendo críticas incendiarias de obras ya publicadas para boicotear nuevas publicaciones, bloqueando la puesta en escena de obras de teatro, como fue el caso de Bulgakov, o lanzando acusaciones de plagio como fue el caso de Mandelshtam.

Aberbaj no soportaba al gran Platonov. Ni a la persona ni a su obra, y realizó una desmesurada crítica de su relato Usomnivshiisia Makar (El dubitativo Makar). Sin embargo, Fadeev entendió que era un escritor de gran talento y publicó en 1931, en la revista Krasnaia Nova, que ya por aquellas fechas se encontraba bajo control de la RAPP, un nuevo relato de Platonov titulado Vprok. Aquella publicación generó una agria disputa. Algunos, los más puristas e intransigentes, consideraban su narrativa como antisoviética. A otros, al parecer, no les gustaba la amarga ironía de Platonov.

Aberbaj y sus compañeros de filiación, muy enfadados, quisieron expulsar a Fadeev de la redacción de Krasnaia Nova. En el conflicto tuvo que intervenir Stalin, quien a pesar de no gustarle la prosa de Platonov, impuso una solución salomónica. La intriga acabó, al menos de momento, con Fadeev continuando en su puesto y con una llamada de atención al escritor, al que continuaron publicando, aunque siguió no siendo bien recibido en algunas redacciones de revistas literarias.

Más dramática fue la situación vivida por Osip Mandelshtam. Cuando recitaba a sus amigos su famosa Oda en la que ironizaba sobre la figura de Stalin el poeta no podía entender el alcance de sus palabras. El caso es que Mandelshtam no había escrito aquella Oda, la tenía en su cabeza y la recitaba en improvisadas versiones a sus amigos de más confianza, apenas a un reducido círculo de 10 o 12 personas. Pero una de ellas resultó ser menos amigo de lo que Mandelshtam consideraba. Y le delató. El oficial que se encargó de la investigación le insistía al poeta durante la instrucción del caso que si el poema no había sido escrito ni publicado, pues no había delito. Pero Mandelshtam quiso dejar constancia de su rebeldía y escribió aquella Oda en un trozo de papel justo delante del instructor de su caso. Fue condenado a cuatro años de exilio en una aldea del interior de la URSS, con la condición de presentarse ante la policía una vez a la semana.

Algunos de sus verdaderos amigos se movilizaron para interceder por él y su caso llegó a conocimiento de Bujarin que escribió una nota a Stalin explicándole el arresto y condena de Mandelshtam. La nota se conservó en los archivos y ha sido publicada repetidas veces en la bibliografía sobre este caso, y en ella aparece una frase escrita por Stalin con su famoso lápiz en la que se lee: «¿Quién les ha dado a ellos autorización para detener a Mandelshtam. Qué desastre?».

¿Quiénes eran «ellos»? Stalin se refería precisamente a aquellos escritores que ejercían de celosos guardianes de la pureza revolucionaria y de la literatura proletaria. Stalin tuvo tiempo de intervenir y las autoridades permitieron a Mandelshtam elegir una ciudad para cumplir el exilio. El poeta eligió Vorónezh, próxima a Moscú, donde se instaló con su esposa y trabajó como periodista, desplazándose por toda la región, unas veces en coche otras a caballo, y dónde tuvo contacto directo con los koljoz y sovjoz de la zona y pudo constatar el gran salto que supuso la colectivización tras los primeros años duros y trágicos. Al final, su actitud crítica con respecto al sistema soviético cambió de forma radical y dejándose llevar por el entusiasmo escribió una hermosa serie poética sobre su experiencia en Vorónezh. El colofón fue una nueva Oda absolutamente diferente a la primera en la que mostraba su gran admiración por Stalin.

Sus enemigos no pudieron perdonarle aquello y apenas unos meses después de instalarse de nuevo en Moscú, en mayo de 1938, Stavskii, a la sazón secretario de la Unión de Escritores de la URSS, antiguo dirigente de la RAPP y uno de los guardianes de la cultura proletaria, escribió una carta a Nikolai Ezhov, comisario Popular (Ministro) de Asuntos Internos, en la que decía que había que «resolver el problema que representaba Mandelshtam de una vez y para siempre». Le acusaron de contrarrevolucionario y de que su poesía no era lo suficientemente soviética. Un nuevo juicio rápido y casi en secreto y una nueva condena que fue rápidamente confirmada. Nadie llegó a tiempo de salvar al poeta que murió de tifus en un centro penitenciario de tránsito apenas unos meses después, a finales de 1938.

Otro ejemplo en la misma línea fue el caso de Bulgakov, quien ante una dramática situación de desempleo y falta de recursos económicos envió una desesperada carta a Stalin en la que le explicaba su caso y pedía autorización para abandonar la URSS. Stalin llamó por teléfono al escritor y le dijo que «volviera a pedir trabajo» en su teatro… No sólo fue readmitido, sus obras dramáticas volvieron a los escenarios y su narrativa publicada. Pero no acabó todo con aquello. Stalin tuvo que actuar de protector del autor y tuvo que salvarle de las garras de los guardianes de la pureza revolucionaria en varias ocasiones. En una de ellas, de sus paisanos ucranianos que no perdonaban a Bulgakov lo que ellos entendían como la defensa de los “blancos contrarrevolucionarios” que contenían sus obras y que fueron a Moscú a pedir, literalmente, su cabeza.

Lo curioso es que el relato histórico que nos han contado a lo largo de los años nos ha hecho asumir precisamente lo contrario de lo que realmente ocurrió, es decir que fueron víctimas del capricho de un supuesto poder despótico. Curiosa situación y clara expresión de la manipulación de la historia y de la conciencia social y de clase.

* * *

Finalmente, tanto fue el cántaro a la fuente, que acabó rompiéndose, y viendo que la RAPP no conducía a nada nuevo y con el fin de acabar en la medida de lo posible con aquellos rabiosos ataques contra otros escritores, fue disuelta en abril del año 1932 por las autoridades soviéticas, lo mismo que el resto de asociaciones de escritores existentes en aquel momento. En su lugar fue creada la Unión de Escritores de la URSS, de la que hablaremos con detalle en otra entrega.

Moscú, abril 2021

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LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” XI

Décimo primera parte:

El dilema entre literatura clásica y literatura proletaria.

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

Vamos a dar un salto en el tiempo para tratar de entender el conflicto en el que se encontró la literatura rusa en el primer tercio del siglo XX, en particular en los años de la revolución y en los primeros tiempos de construcción del sistema soviético. Evidentemente, por los consabidos problemas de espació no abordaremos este asunto con la necesaria profundidad. Pero lo haremos más adelante en otros capítulos. Y aunque no nombramos a Pushkin, no nos alejamos de él, simplemente lo mantenemos como referencia oculta.

1.- Una cultura proletaria pura.

En vísperas de la Revolución de octubre, Anatoli Lunacharskii organizó en Petrogrado una Conferencia en la que congregó a diferentes organizaciones culturales que reivindicaban la necesidad de construcción de una «cultura proletaria», independiente y diferente de la cultura clásica, considerada aristocrática y burguesa. Uno de los resultados de aquella conferencia fue la creación de la Proletkult, una nueva organización político-cultural que tenía como objetivo precisamente dirigir aquella batalla e intentar agrupar en su seno a todos los artistas y escritores que consideraban correcta aquella lucha hacia la nueva cultura del proletariado

Eran muchos los que entendían aquella necesidad y los debates sobre la creación de una cultura proletaria venían desde atrás. Un ejemplo claro y brillante de esta corriente lo representó Alexander Bogdanov, quien ya en el año 1909, en su informe sobre La situación actual y los objetivos del partido, expresó la necesidad de crear una «cultura proletaria pura». Más tarde, continuó expresando esta idea en artículos publicados en diferentes revistas y en un libro que salió a la luz en el año 1924, titulado: Sobre la cultura proletaria.

Bogdanov fue un hombre muy comprometido con el movimiento revolucionario y mantuvo interesantes debates y polémicas sobre este asunto con otros intelectuales y pensadores. Con el tiempo fue uno de los fundadores y dirigentes de la organización Proletkult y desarrolló una interesante visión de la relación del trabajo industrial, del obrero y del ritmo de las máquinas con la nueva poesía proletaria. Así, en uno de sus artículos escribió: «el arte es la organización de modelos vivos [y] la poesía es la organización de [esos] modelos … en forma de palabras … en un único espíritu colectivo frente al espíritu individualista. … El primer objetivo de nuestra crítica en relación con el arte proletario consiste en establecer sus fronteras, establecer de forma clara su marco, para que no se disuelva en el medio cultural que le rodea, para que no se mezcle con el arte del viejo mundo … Nuestra poesía proletaria desde el primer momento ha mostrado su pasión por el verso rítmico sencillo … El obrero vive en la fábrica en el reino de los ritmos severos y en las formas elementales de la rima…»

* * *

Proletkult fue una más de las numerosas organizaciones, movimientos y tendencias literarias en las que se agruparon en aquellos años los escritores y artistas en Rusia y en la URSS, y a través de las que expresaron sus luchas político-literarias: neo-románticos, idealistas, simbolistas, futuristas, eclécticos, imazhistas, neoclásicos, constructivistas, serapionistas, escitas, etc. Veamos unos cuantos ejemplos:

Uno de estos grupos literario-políticos fue el creado alrededor de la revista Molodaia Gvardia (La Joven Guardia) bajo la redacción de Leopold Averbaj y la colaboración entre otros de Ilia Vardin, Radek y el patronazgo de Trotsky y Zinoviev. En la misma dirección, tuvo lugar en la primavera de 1923 la Primera Conferencia de Escritores Proletarios que acabaron fundando la Asociación de Escritores Proletarios de Moscú (MAPP por sus siglas en ruso), cuyo órgano de expresión fue la revista Na Postu (En el puesto), dirigida por Volin y Lelevich y con un listado de participantes similar a Molodaia Gvardia: Averbaj, Bednii, Isbaj, Levman, Lelevich, Koltsov, Radek. Ya en su primera editorial-manifiesto apuntaban que había que liberarse de la negativa influencia del pasado en lo ideológico y en las formas: «hay que poner fin a esto. Es imprescindible una dura línea proletaria en la literatura. … frente al rostro resucitado de la literatura burguesa y de los tambaleantes e indecisos compañeros de viaje».

Pero no solo se hablaba de literatura proletaria sino de arte proletario, así el 23 de septiembre de 1922, fue publicado en el diario Izvestia un artículo titulado Muzika dlia rabochego klassa (Música para la clase obrera), en el que se decía: «Es difícil no estar de acuerdo con que en las composiciones de Bach … se escuchan los lejanos sonidos de la época feudal. Lo mismo que es difícil estar en contra de que Chaikovskii representa el típico exponente, yo diría, de las preferencias musicales de la vida señorial de nuestra clase de hacendados aristócratas».

La revista Na Postu, el grupo literario Octubre, la primera Conferencia de la MAPP, fueron las expresiones más directas y evidentes de la lucha por la imposición de la idea de una cultura proletaria pura. En el primer número de Na Postu, en un artículo manifiesto, escriben: «La literatura proletaria debe liberarse definitivamente de la influencia del pasado tanto en el ámbito de la ideología como en el ámbito de las formas. Vamos a luchar contra los viejos pensantes … que se quedaron helados frente a los monumentos de granito de la vieja literatura aristocrática y burguesa, y no quieren quitar de los hombros de la clase obrera ese deprimente peso ideológico».

2.- La reivindicación de la tradición literaria clásica.

Uno de los movimientos literarios con gran influencia, fue el de los Skifi (Escitas), quienes reivindicaban una concepción pan-eurasiática de la nueva revolución. Estaban fuertemente influenciados por las ideas eslavófilas, pero incorporaron a ellas las ideas del Asunto Común de Feedorov y las reflexiones de Leontiev sobre la influencia de la presencia tártaro-mongola en la cultura rusa.

Prácticamente todos lo poetas de este movimiento apoyaron desde el primer momento la Revolución de octubre y a los bolcheviques, pero marcando una clara diferencia con el componente occidentalista del bolchevismo, especialmente obrerista, que vinculaba la posibilidad del triunfo de la revolución en Rusia al triunfo de la revolución en Europa, y en particular en Alemania.

Para los Escitas, la idea principal era que la nueva revolución debería ser la expresión de todos los pueblos eurasiáticos puestos en contacto entre si en diferentes momentos de la historia por las migraciones de mongoles, tártaros, eslavos y los demás pueblos que habitan las grandes extensiones de Rusia. El gran Alexander Blok es el mejor y más conocido representante del movimiento literario de los Escitas y en 1918 publicó en las revistas Znamia truda (La bandera del trabajo) y Nahs Put (Nuestro camino), en la sección de literatura de la que era redactor Ivanov-Razumnik, varios trabajos que resultaron antológicos.

Uno fue su artículo La intelligentsia y la revolución, en el que dijo: «Nosotros, los rusos, estamos viviendo una época que, por su grandeza, tiene pocas semejantes, … la obligación del artista consiste en … escuchar la música que sacude «el aire roto por el viento». … La envergadura de la Revolución rusa es tal que desea abarcar a todo el mundo … «La paz y la hermandad de los pueblos», ese es el signo bajo el que transcurre la Revolución rusa. … Esa es la música que deben escuchar aquellos que tienen oído. … A la intelligentsia rusa le ha pisado el oído un oso … con todo el cuerpo, con todo el corazón, con toda la conciencia, escuchen la Revolución».

Otro, fue su poema manifiesto Skifi, el cual, junto a Los doce, es quizá la expresión más alta de la poesía contemporánea. Precisamente alrededor de la publicación de estos dos poemas se organizó un gran revuelo. El poeta Andrei Belii, íntimo amigo de Blok, le escribió a éste una carta en mayo de 1918 en la que le decía: «Te leo con asombro. Tu [poema] Skifi es grandioso y trascendental … no te lo van a perdonar nunca … me asombra tu coraje y valentía. Se sabio y une al coraje la precaución».

Ivan Bunin nunca aceptó la revolución de los bolcheviques y estuvo en contra desde el primer momento. Su oposición no solo era política, era más profunda, antropológica… partía de un odio racial contra el componente asiático bolchevique, según él creía percibir. Cuando tuvo conocimiento de que Alexander Blok se declaró bolchevique y apoyaba la revolución de los bolcheviques dijo de forma lacónica: «Blok es una persona estúpida». Merezhkovskii y su esposa Zinaida Gippius, que fue apasionada amante de Blok, rompieron su relación con el poeta y le calificaron de traidor.

El 21 de septiembre de 1922 en la revista Nakanune (Visperas), fue publicada una carta de Gorki… «Corren rumores de que yo he cambiado mi actitud con respecto al Poder Soviético. Considero imprescindible manifestar que el Poder Soviético es la única fuerza capaz de superar la inercia de las masas del pueblo ruso y despertar la energía de estas masas hacia la creación de nuevas formas más justas y racionales de vida. … Pero no puedo estar de acuerdo en la forma de relacionarse que tiene el Poder Soviético con la intelligentsia. Considero esta relación errónea, aunque sé que la fractura en el seno de la intelligentsia rusa es considerada por todos los grupos como un fenómeno inevitable de la política. … Para mí, el cisma de la intelligentsia es la ruptura de una misma energía en varias partes que tienen diferente velocidad de movimiento. El objetivo común de toda esta energía es despertar la relación activa y consciente hacia la vida de las masas populares, organizar en ellos el movimiento y superar la disolución anárquica de las masas. Este objetivo sería alcanzado más fácilmente y más rápidamente si la energía intelectual no fuese fragmentada. … Las gentes de la razón no son tantas como para tener derecho a no valorar su significado. Y finalmente, considero que las personas razonables y honradas, para las que el «bienestar del pueblo» no son palabras vacías … podrían ponerse de acuerdo … y no exterminarse unos a otros».

En 1922 empezó a publicarse la revista Novaia Rossiia (Nueva Rusia), la primera revista que desde fuera del ámbito del partido bolchevique expresaba el deseo de la intelligentsia rusa no bolchevique de colaborar con el Poder Soviético, con una sola condición… «la intelligentsia debe ser independiente para poder expresar sus opiniones». En un artículo editorial de esta revista, de marzo de 1922, en el que se expresaba la esperanza del renacimiento de Rusia a través de la revolución, escriben: «El fundamento no puede ser otro que la revolución … La construcción va e irá sobre nuevos principios, pero no absolutamente nuevos. En este novismo hay una gran continuidad histórica. Las raíces sanas de lo nuevo se entrelazan con las raíces sanas del pasado. … En la síntesis del novismo revolucionario con lo viejo prerrevolucionario se construye y se construirá la nueva Rusia revolucionaria».

El 9 de mayo de 1924 el Comité Central del Partido Comunista Ruso (bolchevique) organizó una reunión para discutir la política del partido en el ámbito de la literatura en la que tomaron parte dirigentes del partido como Trotsky, Radek, Bujarin o Lunacharskii, junto con escritores, poetas, críticos literarios y representantes de los grupos y organizaciones literarias. A. Voronskii tomó la palabra y comenzó a leer su informe Sobre la política del partido en la literatura, en el que dijo que aunque el Partido tenía su propia línea política en el ámbito de la literatura, nunca se había puesto de parte de ninguno de los grupos y tendencias y que se había limitado a prestar ayuda al funcionamiento de los diferentes grupos… «son organizaciones que el partido no puede llamar suyas. Todas son organizaciones literarias libres e independientes en las que el partido no debe inmiscuirse y no debe tomar posición en favor de unas y detrimento de otras».

El debate que siguió a las palabras de Voronskii fue muy violento. Vardin hizo una crítica muy dura diciendo incluso que había que destituir a Voronskii de su puesto… «su posición es entreguista. Y esta línea entreguista debe ser liquidada», dijo Vardin. Sin embargo Lunacharskii apoyó a Voronskii: «es necesaria la crítica, pero no la prohibición. No debemos alejar de nosotros a los artistas que no sean proletarios y no sean comunistas».

Una treintena de escritores se dirigieron a la reunión con una carta en la que entre otras cosas decían: «Los caminos de la nueva literatura soviética son duros y difíciles y en ellos son inevitables los errores. Nuestros errores son duros y difíciles especialmente para nosotros mismos. Pero protestamos contra los ataques indiscriminados contra nosotros. El tono de algunas revistas como Na Postu y su crítica, dada como si fuese la opinión de todo el PCR(b), aborda nuestro trabajo de forma sesgada e incorrecta. Consideramos necesario manifestar que semejante actitud hacia la literatura es indigna con respecto a la literatura y la propia revolución … Los escritores de la Rusia Soviética estamos convencidos que nuestro trabajo como escritores es necesario y útil para ella».

Moscú, marzo 2021

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LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” X

Décima parte: Pushkin, Dostoevskii y lo popular.

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

“Pushkin es nuestro”

Anatoli Lunacharskii

1.- Un fenómeno extraordinario.

Ochenta años después de la muerte de Pushkin, un bolchevique, Anatoli Lunacharskii, Comisario Popular de Ilustración en varios gobiernos del Poder Soviético, dijo aquello de «Pushkin es nuestro». ¿Por qué lo dijo? ¿A qué se refería? Veamos.

Hoy día las obras de Pushkin son conocidas por toda la población de Rusia y de los países que formaron la Unión Soviética hasta su desaparición. Se encuentran en todas las casas, en todas las bibliotecas, desde las escolares y las de barrio, hasta las científicas en las universidades o en los institutos de investigación de la Academia de Ciencias. Su lectura y análisis forma parte de los programas escolares y universitarios y sobre ellas se han escrito miles de artículos científicos, ensayos y tesis doctorales. Los estudios de animación soviéticos crearon cientos de películas de dibujos animados basados en las diferentes obras de Pushkin con las que siguen educándose los niños hoy día. El cine soviético realizó también películas brillantes sobre las obras del escritor. Sus obras dramáticas y sus poemas siguen siendo representados en los teatros de toda Rusia, en muchos casos en forma de opera o danza clásica. Se puede afirmar, casi sin margen de error, que no hay autor más conocido y estudiado en Rusia y en el antiguo territorio soviético, que Alexander Pushkin.

Sin embargo esto no fue siempre así. Ya antes de su muerte se puso de manifiesto una tendencia que pretendía minimizar la obra de Pushkin. Y lo que empezó siendo una tendencia se convirtió pronto en una posición política que pretendía ocultar la obra del poeta y, sobre todo, disminuir su significado e importancia para la cultura rusa.

El genial escritor Nikolai Gogol, incluso en vida del poeta, cuando empezaban las campañas de menoscabo de su figura, en el artículo titulado Neskolko slov o Pushkine (Unas cuantas palabras sobre Pushkin), publicado en la revista Arabeski de S. Peterburgo en el año 1835, escribió… “Ninguno de nuestros poetas se encuentra en un lugar más alto … y no puede considerarse “nacional”. Este derecho decididamente pertenece a Pushkin. En él … se concentra toda la riqueza, la fuerza y la flexibilidad de nuestro idioma. Él más que nadie ha ampliado sus fronteras y ha mostrado todo su espacio. Pushkin es un fenómeno extraordinario y, posiblemente, un fenómeno único del espíritu ruso…”.

2.- Los ecos de un discurso.

Se encontraba Dostoevskii en S. Peterburgo cuando recibió la invitación para participar en los actos de homenaje a Pushkin que tuvieron lugar en el año 1880. Aceptó y se trasladó a su casa verde en la pequeña ciudad de Staraya Russa para preparar concienzudamente el discurso que debía pronunciar ante la Sociedad de Amantes de la Literatura Rusa en Moscú. En dicho discurso, Dostoevskii se planteó como objetivo expresar de forma clara y contundente la admiración que sentía por Pushkin y a la vez expresar sus profundas convicciones sobre la importancia fundamental de su obra para la literatura y la cultura rusa.

Ya en Moscú, Dostoevskii escribió a su esposa en la noche del 28 al 29 de mayo de 1880… “La cuestión principal es que me necesitan no solo los Amantes de la Literatura Rusa, sino todo nuestro partido, toda nuestra Idea, por la que estamos luchando treinta años, ya que en el partido enemigo (Turgenev, Kobalevskii y casi toda la Universidad) están decididos a reducir el significado de Pushkin como exponente del pueblo ruso, negando incluso al propio pueblo”.

El monumento, que todavía se conserva en la Plaza de Pushkin de Moscú, fue finalmente inaugurado el día seis de junio y por la tarde tuvo lugar la primera intervención de Dostoevskii en un acto en el que leyó una escena de la obra de teatro Boris Godunov. En la carta que el escritor escribió a su esposa al día siguiente aparece bien clara la fractura filosófico-política entre Dostoevskii y Aksakov por un lado y los occidentalistas de Turgenev por otro: “[hoy] he leído la escena de Pimen … me han recibido maravillosamente … tras la lectura he tenido que salir tres veces a escena a saludar … [a continuación fue el turno de Turgenev] Me he dado cuenta de que un grupo de unos cien jóvenes gritaban con frenesí cuando salió a escena Turgenev. Me pareció que era un grupo de claque preparado por Kobalevskii. Y así fue. Hoy, a la vista de este claque en la sesión matinal de lecturas, Ivan Aksakov se ha negado a pronunciar su discurso tras la intervención de Turgenev (en la que éste ha humillado a Pushkin, quitándole la condición de poeta nacional) y me ha explicado que el grupo de claque ha sido preparado con tiempo, especialmente para la ocasión, por Kobalevskii (son estudiantes suyos, todos occidentalistas) con el fin de exhibir a Turgenev como líder de su corriente”.

La fractura no era solo entre los ponentes y sus adeptos directos, sino entre el público asistente a los actos. Dostoevskii escribió más adelante… “una muchedumbre de hombres y mujeres han pasado entre bastidores a estrechar mi mano. En el entreacto al pasar por la sala una infinidad de personas, jóvenes y mayores se volcaron sobre mí diciéndome… “es usted nuestro profeta, usted nos ha hecho mejores” … [ya por la noche] cuando a las nueve y media me levanté para irme … el público empezó a gritar ¡hurra! … después esta multitud me acompañó por la escalera y sin abrigos y sin sombreros salieron conmigo a la calle y me acompañaron hasta el carruaje…”.

El discurso de Dostoevskii sobre Pushkin del día 8 de junio supuso una descarga de energía de gran magnitud cuyas consecuencias para la cultura rusa siguen proyectándose hasta el día de hoy. De vuelta al hotel, Dostoevskii escribió a su esposa… “Esta mañana he leído mi discurso … la sala estaba llena hasta los topes. No Annita, no, nunca podrás imaginarte el efecto que ha producido. … He leído en voz alta, con palabras de fuego. Todo lo que había escrito sobre Tatiana [la protagonista de Evgeni Onegin] ha sido aceptado con entusiasmo (ha sido una gran victoria de nuestras ideas sobre 25 años de confusión). Cuando al final proclamé la unidad de la Humanidad, la sala se volvió como histérica, cuando terminé, no te hablo de los rugidos, de los gritos de entusiasmo… las personas de la sala, desconocidas entre ellas, lloraban y se abrazaban”. Durante más de media hora se prolongaron los aplausos y las salidas de Dostoevskii al escenario para saludar.

3.- El “viajero errante” y la falsa verdad.

El discurso fue construido por el escritor con los materiales de veinte años de reflexión sobre la obra de Pushkin. Siendo profundamente religioso, Dostoeveskii consideraba que el ser humano es un misterio, un enigma no revelado por Dios. El hombre y la mujer rusa siempre estuvieron en el centro de sus construcciones histórico-filosóficas en las que intentaba encontrar respuesta al destino de Rusia y al gran dilema entre la libertad y la justicia social.

Comenzó su discurso recordando las palabras de Gogol… “Pushkin es un fenómeno extraordinario y, posiblemente, un fenómeno único del espíritu ruso, dijo Gogol. Y añado de mi parte: y profético. Sí, en su aparición hay para todos nosotros, los rusos, algo, sin discusión, profético. Pushkin vino precisamente al principio del nacimiento de nuestra autentica conciencia … en este sentido Pushkin es profecía e indicación”.

A través de personajes primordiales de las obras de Pushkin, Dostoevskii señaló como el poeta había conseguido expresar la esencia del conflicto en la cultura rusa: “En la figura de Aleko, héroe del poema Tsigane (Gitanos) se manifiesta ya, profundo y fuerte, el pensamiento ruso. … y de forma genial mostró al infeliz viajero errante en la tierra patria … que apareció en nuestra [alta] sociedad aislada del pueblo … a la búsqueda … [de] la felicidad universal. … Aleko, por supuesto, no sabe todavía expresar correctamente su angustia … solo tiene nostalgia por la naturaleza, queja de la sociedad secular … llanto por la verdad perdida por alguien en algún lugar y que él no puede encontrar de ninguna manera. … En qué consiste esa verdad … y cuándo precisamente se perdió, él no lo sabe, pero sufre de forma sincera”. Se trata de una búsqueda inútil mientras el “viajero errante” no entienda que la verdad que busca está precisamente en el pueblo.

En el poema Evgenii Onegin, el siguiente ejemplo elegido por Dostoevskii en su discurso, Pushkin expresa la vida rusa con tal fuerza artística como nunca antes había sido expresada y posiblemente no lo ha sido posteriormente. Pushkin se muestra como el gran escritor popular al entender y exponer de forma magistral la esencia del profundo conflicto entre las clases dominantes rusas y el pueblo.

Cuando muestra de nuevo al “viajero errante” a la búsqueda de la falsa verdad, pone frente a él a todo un universo de magníficos prototipos positivos encontrados en el pueblo. “La principal belleza de estos prototipos reside precisamente en que son expresión autentica de la verdad popular”, dijo Dostoevskii. En Pushkin, además, se produce la fusión de los modelos culturales populares rusos con el espíritu popular ruso. Él fue capaz de mostrar esta fusión auténtica con toda su fuerza, como nunca antes ningún autor pudo mostrar y como pocos posteriormente ha podido mostrar. Este es uno de los aspectos en los que reside la naturaleza profética de Pushkin.

Frente a la falsa búsqueda en los modelos occidentales, frente al servilismo occidentalista de las elites dirigentes, de la alta sociedad y de la naciente intelligentsia rusa, frente a la pasividad de sus clases dirigentes, Pushkin desarrolló en su obras un prototipo de mujer rusa, joven, de naturaleza fuerte, manifestación del sentimiento y la moral popular, de los valores patrióticos, del heroísmo y de la capacidad de sacrificio del pueblo. Las heroínas de Pushkin son la expresión del patriotismo, del sentimiento de orgullo nacional, del dolor y la inquietud por el destino de Rusia.

Este modelo de heroína será posteriormente reproducido y desarrollado en la literatura rusa hasta el periodo soviético y tendrá en la vida real expresiones que superaran con mucho a los prototipos literarios, siendo el caso absolutamente primordial el ejemplo representado en los años de la Gran Guerra Patriótica por Zoia Kosmodemianskaia.

4.- La Humanidad y lo Universal.

En un momento de su discurso, ya casi al final del mismo, Dostoevskii lanzó una pregunta ante el auditorio: “¿Dónde reside la fuerza del espíritu del pueblo ruso, de lo popular, sino en su aspiración Universalista y Humanista final?” Pushkin, gracias a su naturaleza de poeta del pueblo, a su acercamiento a la fuerza de lo popular, entendió de inmediato el gran destino de Rusia. Aquí también fue un adivinador del futuro, un profeta.

Para comprender mejor esta cuestión intentemos entender en qué consistió la reforma de Pedro I y qué significó en realidad para los rusos. Dostoevskii dijo en su discurso que aquella reforma no fue una cuestión de utilitarismo, de aplicar a la realidad rusa las formas y progresos de Occidente. Había en la reforma un objetivo superior, un destino trascendental al que Pedro I se acercó más por intuición que por conocimiento. Aquella reforma encerraba en su seno la aspiración de Rusia a reunir en una única comunidad a toda la Humanidad. Pushkin entendió ese “misterio” y ahí radicaba su admiración por la figura de Pedro I y sus reformas.

Dostoevskii unió en sus conclusiones el Humanismo universalista de sus concepciones histórico-filosófico-literarias con la “verdad” popular de la cultura rusa encontrada y expresada por Pushkin en sus obras. Para el autor de los Hermanos Karamazov el destino del ser ruso, la verdadera esencia de la naturaleza rusa es el ser Universal. La hermandad de todas la personas en una Comunidad Fraternal Universal (el socialismo cristiano de Dostoevskii).

Y añade, quizá agotado por la eterna disputa en la cultura rusa: “todo este nuestro eslavofilismo y occidentalismo no es más que un gran malentendido, aunque imprescindible desde un punto de vista histórico. … De haber vivido Pushkin más tiempo es posible que no tuviéramos ahora estos conflictos y discusiones. Pero Dios decidió de otra manera. Pushkin murió en pleno desarrollo de sus fuerzas y se llevó consigo a la tumba un gran misterio. Y nosotros ahora, sin él. Intentamos descifrar ese misterio”.

Moscú, noviembre 2020

CONTINUARÁ

 

Revolución rusa y literatura

LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” IX

Novena parte:
Pushkin, conciencia nacional y literatura.

 

«Rusia se despertará de su sueño,

Y sobre los restos de la autocracia

¡Escribirán nuestros nombres!«

Alexander Pushkin

 

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

1.- Pugachov y las insurrecciones campesinas.

Aunque la obra de Pushkin tuvo una influencia determinante en la literatura rusa, fue, sin embargo, infravalorada y menospreciada por amplios sectores de la alta sociedad aristocrática y burguesa, por una parte del mundo académico y universitario, por la intelligentsia y las élites de la cultura rusa. No obstante, y aún a pesar de aquella actitud, Pushkin como poeta, como escritor y pensador fue una personalidad determinante en la aparición y desarrollo de la conciencia nacional rusa.

Podemos establecer varios periodos en su corta pero intensa vida. Un primer periodo hasta su expulsión de S. Peterburgo en el año 1820, en el que, por ejemplo, conoció en 1816 a P. Chaadaev, de quien ya hemos hablado en otras ocasiones y con el que mantuvo una cordial y fructífera amistad.

Un segundo periodo se corresponde con su exilio en la ciudad de Kishinev en 1820-1823. Como decíamos en la anterior entrega, Pushkin estuvo vinculado al movimiento decabrista al que vio como una oportunidad para modernizar a Rusia y fue precisamente en Kishiniev donde se radicalizaron sus posiciones políticas, aproximándose a los futuros decabristas. Hay que indicar que el movimiento decabrista no tuvo un programa político unificado, sino un conjunto de ideas y propuestas que tuvieron su origen en las diferentes “sociedades y uniones” que funcionaron por separado durante el corto periodo de existencia del movimiento. Puede hablarse de tres ideas o propuestas principales. Una, la transformación del Imperio ruso en una monarquía constitucional, con un fuerte control parlamentario. Otra, la creación de una república federal, la abolición de la servidumbre y el reparto de tierras entre las unidades familiares campesinas, Y una tercera, la formación de una república unitaria fuerte y centralizada, con abolición de la servidumbre y reparto de la tierra entre las comunidades campesinas. Pushkin, en lo político, defendió la liberación de los campesinos y una monarquía de tipo constitucional, con una “ley eterna” que estuviese siempre por encima del monarca.

Durante su exilio en Mijailovskoe, entre los años 1824 a 1826, tuvo lugar la consolidación de las posiciones patrióticas de Pushkin, con dos frentes muy significativos, por un lado continuó con su crítica del absolutismo imperial ruso, centrándolo en la figura del zar Alejandro I y por otro lado consolidó sus posiciones antiliberales, que resultaron proféticas en la medida que marcaron el principio de la crítica a la intelligentsia radical rusa occidentalista.

La obra de teatro Boris Godunov, escrita en Mijailovskoe, es una expresión madura de su concepción de Rusia y su destino histórico y una importante reflexión en la búsqueda de la conciencia nacional rusa. Precisamente el estudio del periodo conocido en la historiografía rusa como Smuta (periodo de los disturbios), le llevó al convencimiento del importante papel que las personalidades singulares y de fuerte carácter juegan en la historia como expresión de la voluntad popular. En este sentido su referencia es, sin duda, Pedro I el Grande.

La profundización en la historia rusa que realizó Pushkin para escribir esta obra genial le llevó a entender la naturaleza de las insurrecciones campesinas rusas y de su terrible y despiadada fuerza. Posteriormente, fruto de aquellos estudios, publicó en 1834 su Istoria Pugachova (Historia de Pugachov), una genial investigación histórica sobre las guerras campesinas de 1773 a 1775, que tuvieron como figura visible al legendario Emilian Pugachov. Una continuación de aquel trabajo fue su novela Kapitanskaya dochka (La hija del capitán), ambientada en aquellas guerras campesinas y publicada por primera vez en el año 1836.

2.- Indulto.

Según la ley de sucesión al trono imperial ruso elaborada por Pablo I en 1797, en caso de muerte del zar sin hijos herederos, el trono pasaba a un hermano del difunto según el orden de nacimiento. Es decir, tras la muerte de Alejandro I, que no tuvo hijos, el trono le correspondería a su hermano Constantino, que ya en vida de Alejandro I, llevó el título de zarevich.

Dicen las crónicas que antes de la muerte de Alejandro I, Constantino renunció al trono de forma voluntaria por haber contraído matrimonio morganático con una princesa polaca. Aunque el motivo pudo ser otro: “no quiero que me estrangulen como a mi padre, mientras duermo”. Parece que decía a sus amigos.

El caso es que la renuncia quedó recogida en documentos de carácter privado que conservados por Alejandro I deberían hacerse públicos a su muerte. Pero resultó que no se hicieron públicos, al menos con la suficiente rapidez, por lo que durante casi un mes no quedó del todo claro quién era el heredero legítimo del trono. Resultó que en aquel periodo de tiempo muchas instituciones del Estado, como el Senado o el Ejército, juraron fidelidad a Constantino.

Así que, una vez aclarado quién era el heredero, hubo que repetir los juramentos de fidelidad en la persona de Nicolás I, el tercero de los hermanos. El nuevo juramento del Ejército en S. Peterburgo fue organizado para el 14 de diciembre de 1825, día que los militares constitucionalistas, intentando aprovechar la confusión, organizaron su insurrección o golpe de Estado sacando a las tropas a la Plaza del Senado con la supuesta intención de defender los derechos al trono de Constantino. No debieron organizarla muy bien porque fracasaron y fueron duramente reprimidos.

Como ya dijimos, Pushkin escapó de aquella represión y poco después el nuevo soberano concedió una amnistía al poeta que le permitió reincorporarse a la vida social en S. Peterburgo y le reintegró al servicio estatal activo. Incluso prometió liberarle de la censura y convertirse personalmente en «su único censor». Pero era sólo la parte aparente del plan. La parte no visible supuso la entrega de Pushkin a la tutela del general Alexander Benckendorv, Jefe de la Gendarmería y Jefe de la Policía Política, quien a su vez puso la obra y la vida del poeta bajo un estricto control policial. Al final, la percepción positiva que Pushkin llegó a tener del nuevo zar se convirtió en un desengaño político, llegando a escribir aquello de que… «Nicolás tiene mucho de cabo cuartelero y poco de Pedro el Grande».

3.- Jóvenes aristócratas aburridos y desocupados.

La insurrección polaca de 1831 y la intromisión de las potencias europeas en aquel asunto puso a Rusia al borde de la guerra con Europa. Pushkin interpretó aquel conflicto como una grave amenaza para el Estado ruso y condenó sin paliativos la actitud de los polacos. Su posicionamiento fue aplaudido por muchos de los decabristas exiliados y por parte de sus amigos próximos, como fue el caso de Chaadaev. Otros, sin embargo, no lo compartieron y criticaron sus poemas y escritos relacionados con la toma de Varsovia por las tropas rusas.

Pero el poeta no sólo puso de manifiesto el peligro de la amenaza europea, sino que acertó plenamente en el diagnóstico del enemigo interno. Ya a final de la década de los años 20 del siglo XIX la mayoría de los jóvenes de la generación de Pushkin había renunciado a su conciencia nacional, si es que alguna vez la habían tenido. Aquella juventud y en general toda la intelligentsia posterior quedaron atrapadas en un sentimiento cosmopolita de admiración de todo lo occidental y de condena y desprecio de la cultura rusa.

En los días siguientes a los acontecimientos de Polonia, escribió… «Daba pena oír los comentarios de la alta sociedad moscovita durante la última insurrección polaca. Asco daba ver a los lectores sin alma de los periódicos franceses, reírse ante las noticias de nuestros infortunios» En 1832, Pushkin señaló con precisión quirúrgica en el punto exacto: «están en la oposición, no contra el Gobierno, sino contra Rusia».

Pushkin, reconociendo la necesidad de profundos cambios, no renegó de Rusia, como era habitual en los ambientes revolucionarios de aquellos años. El 16 de octubre de 1836, escribió una esclarecedora carta a su amigo Chaadaev en respuesta a otra del filósofo: “en relación con sus pensamientos, usted sabe que yo me encuentro lejos de estar de acuerdo con todo. No hay duda … que no tomamos parte en ninguno de los grandes acontecimientos que sacudieron (a Europa), pero nosotros teníamos nuestro propio destino. Fue Rusia y su espacio inabarcable los que absorbieron la invasión mongola. Los tártaros no se atrevieron a cruzar nuestras fronteras occidentales y dejarnos en su retaguardia. Se retiraron a sus desiertos y la civilización cristiana fue salvada. Para la consecución de este objetivo nosotros tuvimos que llevar una existencia particular que, manteniéndonos cristianos, nos hizo por completo ajenos al resto del mundo cristiano”.

En definitiva, Pushkin no estuvo de acuerdo con la concepción hegeliana que deja a Rusia “fuera de la Historia”, y en la misma carta escribe… “en lo relativo a nuestra insignificante historia, decididamente no puedo estar de acuerdo con usted. … La invasión tártara fue un triste y grandioso espectáculo. El despertar de Rusia, el desarrollo de su poder, su marcha hacia la unidad … es un grandioso drama. … ¿Acaso todo esto no es historia? … ¿Y Pedro I el Grande, que es él solo toda una historia? … ni de lejos me entusiasma todo lo que veo a mi alrededor: como escritor me molesta, como persona … me ofende. Pero le juro por mi honor que por nada en el mundo quisiera cambiar de patria o tener otra historia de nuestros antepasados diferente a la que Dios nos ha dado.”

Moscú, enero 2021

CONTINUARÁ

 

Revolución rusa y literatura

LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” VIII

Octava parte:
Pushkin y Mijailovskoe.

 

«Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

¡Ay qué terribles cinco de la tarde!

¡Eran las cinco en todos los relojes!

¡Eran las cinco en sombra de la tarde!«

Federico García Lorca

 

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

1.- Un bisabuelo “mudo”.

Alexander Sergueevich Pushkin nació en el año 1799 en la Nemetskaia Sloboda de la ciudad Moscú. Sloboda era el nombre de los barrios de algunas ciudades o de poblados y aldeas en los que sus habitantes, en el momento de su fundación eran libres, no tenían ningún tipo de vínculo de servidumbre y se encontraban al servicio del Estado.

Nemi o nemoi, significan en lengua rusa mudo. Antiguamente se aplicaba también a aquellas personas que no sabían hablar en ruso, es decir a los extranjeros. Toda vez que una parte importante de los extranjeros que vivían en la Rusia europea eran de origen alemán, con el tiempo el concepto evolucionó y pasó a designar a los alemanes. Así, por ejemplo, el barrio de Moscú conocido como Nemetskaia Sloboda sería en origen “el barrio de los extranjeros libres que no hablan ruso” aunque con la evolución que explicábamos antes, con el paso del tiempo, pasó a significar “el barrio de los alemanes libres”.

El caso es que en la “Sloboda” en la que nació Pushkin vivieron desde su fundación europeos de varias nacionalidades y procedencias, muchos de ellos mercenarios y antiguos prisioneros al servicio del Estado ruso que alcanzaron alta graduación militar y buena situación social y económica. Es muy probable que la familia de su madre, Nadezhda Osipovna Hannibal, tuviera casa en dicho barrio por haber sido su bisabuelo, Abraham Petrovich Hannibal, un extranjero “nemoi” al servicio del Estado ruso.

Pero aquel bisabuelo no fue un alemán, sino un esclavo negro, al parecer procedente de Abisinia, que fue capturado junto a su hermano a la edad de siete años y enviados los dos como esclavos al palacio del Sultán otomano en Estambul. Más tarde, Savva Raguzinskii, embajador ruso en la corte del Sultán, compró a los dos hermanos y se los llevó consigo a Moscú para hacer un regalo exótico al zar Pedro I. Hay otra versión que dice que los dos chicos fueron comprados personalmente por Pedro I en Holanda, a la vuelta de uno de sus viajes de incógnito a este país para aprender la técnica de construcción de barcos en los astilleros holandeses.

De una u otra manera, el caso es que aquellos chicos negros llegaron a la corte del zar. Uno siguió una vida tranquila y apenas quedan referencias escritas de él. Otro, pasó a desempeñar importantes misiones para Pedro I, obteniendo muy pronto alta graduación militar. Tras la muerte del zar tuvo tiempo de verse envuelto en intrigas de palacio por lo que fue exiliado a Siberia, de donde volvió tiempo después para continuar en el servició militar activo. Fue un importante ingeniero, llevando a cabo diferentes obras de infraestructura. También jugó un papel fundamental en la introducción del cultivo de la patata en Rusia.

2.- El Museo-Reserva Natural de Mijailovskoe.

Como recompensa por los servicios prestados al Estado, el general Abraham Hannibal recibió en 1742 las haciendas de Mijailovskoe y Petrovskoe en las frondosas y también pantanosas tierras de la región de Pskov. En el año 1781, Mijailovskoe pasó a ser propiedad del abuelo de Pushkin, Osip Hannibal, que reconstruyó la casa principal y plantó el parque que todavía se conserva.

El acceso a la hacienda es en sí espectacular, ya que hay que atravesar a pie un bosque de árboles robustos y tan altos que rascan el vientre algodonado de las nubes que llegan desde el mar Báltico. Tras el bosque, el parque también frondoso y cruzado por caminos y sendas múltiples. Después, el jardín y la modesta casa principal de la hacienda, los pabellones auxiliares a derecha e izquierda… y cuando rodeamos la casa y miramos al frente, vemos el amplio paisaje que se abre desde el balcón natural, a la izquierda el pequeño lago Malenets que descarga su pequeña contribución de agua en un pequeño río, el Sorot, que discurre en el fondo de un valle sin tener muy seguro en qué dirección han de correr sus aguas que forman una zona pantanosa cuando entran al lago Kuchane, del que vuelve a salir apenas unos metros más adelante.

En 1818 la hacienda fue heredada por la madre de Pushkin, Nadezhda Hannibal, aunque la señora ya estaba establecida en la casa cuando Pushkin visitó por primera vez Mijailovskoe en el año 1817. Más tarde volvió para cumplir allí su condena de exilio en forma de arresto domiciliario, desde agosto de 1824 a septiembre de 1826. Volvió en contadas ocasiones: en 1827, en 1835 y en 1836 para el entierro de su madre. La hacienda fue heredada por el poeta en el año 1837 y tras su muerte en enero de aquel mismo año, la heredaron sus cuatro hijos.

Finalmente, la casa y demás construcciones fueron degradándose paulatinamente hasta su casi total deterioro. En 1848 hay testimonios de su calamitoso estado. En 1866, Gregorii Pushkin, hijo menor del poeta, se trasladó a Mijailovskoe y la restauró. Más tarde fue comprada por el Estado que la entregó para su gestión al comité aristocrático de Pskov. En 1908 la casa ardió por completo, siendo reconstruida un año después. En 1911 hubo un intento de convertirla en una residencia para ancianos escritores que fracasó. En 1918 fue asaltada e incendiada por campesinos en plena revolución.

Cerca de Mijailovskoe, también a orillas del lago Kuchane, se encuentra Petrovskoe, la hacienda principal de los Hannibal. En 1871, pasó al segundo hijo de Abraham, Piotr Hannibal y en 1825 al hijo de éste, Veniamin Hannibal. A su muerte, pasó a manos ajenas a la familia de los Hannibal-Pushkin. En el año 1918 fue también incendiada por los campesinos, quedando en pie el espectacular parque que no fue talado ni dañado. En el año 1936, en vísperas de la conmemoración del centenario de la muerte del poeta fue incluida en el Museo-Reserva Natural de Mijailovskoe.

También forma parte del Museo-Reserva la hacienda de Trigorskoe, lugar habitual de reunión de escritores y artistas, que perteneció a la familia de Praskovia Alexandrovna Osipova-Vulf y su esposo, amigos íntimos de Pushkin, y que éste visitaba con frecuencia, siendo un asiduo lector de la fenomenal biblioteca que albergaba. La casa principal era particular en su construcción por ser de planta rectangular muy alargada. Ardió también a manos de iracundos campesinos que no tuvieron compasión de ella. En el año 1922 todo el territorio de la hacienda fue incorporado al Museo-Reserva Natural de Mijailovskoe y en el año 1962 la casa fue reconstruida sobre sus cimientos originales gracias a los planos y fotografías que de la misma se conservaban.

3.- Pushkin y la muerte.

Pushkin fue un aristócrata vinculado en lo político al movimiento decabrista, que pretendía una radical reforma de la vida política y social de Rusia. El fracaso de la insurrección de diciembre de 1825 en S. Peterburgo supuso la aniquilación física de algunos de sus protagonistas y el envío a presidio y el exilio en Siberia del resto. Pushkin ya era un genio literario reconocido por todos en la corte y en las ciudades de toda Rusia, y aquella fama y reconocimiento le dio una cierta inmunidad ante la represión política.

Evitó el destierro a Siberia y el encarcelamiento por encontrarse en el momento de la insurrección en exilio domiciliario en la hacienda familiar de Mijailovskoe, pero quedó en el punto de mira de la policía y de todos sus enemigos políticos que no pararon hasta conseguir su muerte. Una verdadera conjura que superó cualquier argumento literario. La excusa: un asunto de honor. Un joven francés, Georges-Charles de Heeckeren D’Anthès, se empeñó en cortejar y seducir a su esposa provocando una y otra vez situaciones comprometidas que luego eran puestas en conocimiento público a través de notas y hojas anónimas que distribuían por todo S. Peterburgo y que expresamente hacían llegar al poeta, a su amigos y familiares. Al menos dos veces el galán francés y Pushkin se retaron a duelos que luego quedaron en suspenso. Sin embargo, en un momento determinado de finales del año 1836, una figura poderosa dio el visto bueno a la «ejecución» del poeta. Y D’Anthès, el galán francés que poco antes había contraído matrimonio con la hermana de la esposa de Pushkin, volvió a cortejar y a provocar de nuevo la necesidad de un duelo reparador del honor.

El 27 de enero de 1837, a las cinco de la tarde, hora lorquiana, trágica por excelencia, Pushkin, como si fuese un personaje de alguna de sus obras, recibió un disparo en el vientre que le provocó la peritonitis que le produjo la muerte el 29 de enero de 1837.

Murió en su apartamento en S. Peterburgo, donde tuvo tiempo de escribir una carta al zar y de despedirse de familiares y amigos. La noticia de su fallecimiento corrió por toda la ciudad como un reguero de pólvora y en la ceremonia de despedida cuentan las crónicas que se concentraron más de cincuenta mil personas para decir adiós al poeta. Luego su cuerpo fue trasladado en secreto a la necrópolis familiar de los Hannibal-Pushkin en el monasterio de Sviatogorskii Sviato-Uspenski, donde fue enterrado, casi a escondidas, el seis de febrero de 1837. En el año 1922, el Poder Soviético incorporó el monasterio al Museo-Reserva Natural de Mijailovskoe.

Moscú, noviembre de 2020

CONTINUARÁ

 

LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” VII

LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL”.

Séptima parte: Geografía, paisaje y literatura.

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

En la fascinación del paisaje ruso

Hay un placer genuino

No accesible para todos, e incluso

No a todos los artistas visible.

 

Nikolai Zabolotskii

  1. Yasnaya Poliana.

La primavera y el verano de este año atípico de pandemia, con sus limitaciones de movimiento, los hemos empleado para visitar en familia lugares próximos a Moscú donde nacieron y vivieron algunos de los hombres clave de la literatura rusa. Teniendo en cuenta las dimensiones de Rusia, la idea de “proximidad” conviene entenderla aquí de forma elástica.

En algunos casos era la primera vez que visitábamos estos lugares, en otros, como Yasnaya Poliana, la antigua hacienda de León Tolstoi cerca de la ciudad de Tula, convertida en museo y reserva natural por el Poder Soviético en junio del año 1921, ya hemos estado en otras ocasiones. Señala el plano del parque que en el lugar que hoy ocupan centenarios árboles estuvo en su momento ubicada la casa principal que fue vendida, desmontada y trasladada a un nuevo emplazamiento como si de una gran yurta nómada mongola se tratara. Es lo que tienen las casas de troncos de madera en Rusia, que siempre pueden ser desmontadas y trasladadas. Vino a decir el gran poeta Zabolotskii que Rusia era un gran océano y sus gentes, nómadas a la deriva por sus grandes extensiones. Quizá por eso el zar Pedro I, que daba una de cal y otra de arena en lo de la modernización, aplicó en fechas tan tardías la servidumbre en Rusia, para «fijar» a los campesinos que con demasiada frecuencia gustaban cambiar de sitio a la búsqueda de nuevas tierras.

Tolstoi nació en uno de los pabellones exentos de aquella gran casa nómada, tan habituales en las haciendas de los aristócratas. Los había para todas las funciones: viviendas de criados, cocinas o alojamiento para ilustres visitas, algunas de las cuales se eternizaban y no encontraban el momento de volver a sus casas.

En aquel pabellón de las visitas, convertido en residencia permanente se quedó a vivir León Tolstoi los más de 50 años que residió en Yasnaya Poliana. Allí escribió muchas de sus magistrales obras, como Ana Karenina o Guerra y paz, y sus paredes fueron testigos de los grandes desacuerdos con su esposa y con otros miembros de su familia… Hasta que el gran escritor no pudo más y con ochenta y dos años se marchó una noche para morir de pulmonía unos días después en la casa de un jefe de estación a la que no permitió dejar entrar a su esposa, que acudió a despedirse de él en un vano intento de reconciliación final.

Tolstoi está allí enterrado, en Yasnaya Poliana. La Iglesia ortodoxa rusa lo excomulgó por sus temerarias ideas religiosas, comunitarias y pacifistas y allí está su tumba a la orilla de un camino, cubierta de hierba, siempre cuidadosamente segada. En los tormentosos y confusos años revolucionarios de 1905-1907 y en los años de la guerra civil tras la revolución de Octubre, los campesinos, que tenían la antorcha fácil, respetaron la casa del hombre de quien Lenin dijo que era el espejo de la revolución campesina en Rusia.

¿Por qué respetaron la casa de aquel aristócrata? Quizá porque aquellos campesinos tenían muy presente que ellos y sus hijos estudiaron en las escuelas que Tolstoi construyó en las aldeas y aprendieron a leer con los manuales y cuentos infantiles que el gran escritor escribió expresamente para alfabetizar a los niños campesinos. Quizá porque trabajaba la tierra con sus manos o quizá porque recordaban que gracias a sus esfuerzos y su capacidad de organización recolectó dinero y creó comedores para combatir las grandes hambrunas a las que se veían abandonados los campesinos… Y poniendo en práctica algo hasta entonces nunca visto: la transparencia en el empleo del dinero recaudado y gastado, publicando en la prensa las cuentas detalladas.

Durante la Gran Guerra Patriótica la hacienda y la casa de Tolstoi fue ocupada por los alemanes durante unos cincuenta días. En la retirada, los soviéticos pudieron evacuar todos los objetos de valor y la biblioteca del escritor compuesta por más de 22.000 libros. Los alemanes no llegaron a profanar la tumba de Tolstoi, pero si enterraron a sus soldados junto a la del escritor, quizá tratando de encontrar una paz final en el más allá que con tanto empeño habían destruido en este mundo. Pero como siempre, en la retirada quisieron dejar su impronta de destrucción y metieron fuego a la casa de Tolstoi, que por suerte pudo ser controlado y apagado, sin grandes daños, por los vecinos.

  1. Konstantinovo.

Aunque el bosque interior de la hacienda es denso y poblado de vida salvaje, la geografía y el paisaje se observan domesticados, tanto como es posible domesticar en Rusia a la naturaleza. Otra cosa diferente ocurre con la naturaleza y el paisaje que podemos observar en la aldea de Konstantinovo donde nació el poeta Serguei Esenin, en la orilla alta del gran Oka, afluente del inmenso Volga, desde donde se ve otro paisaje de llanuras verdes serpenteadas hasta lo imposible por los meandros del Oka. Allí que todo parece tranquilo, se percibe la fascinación del paisaje ruso, la inmensidad rusa, lo inabarcable de sus llanuras al tiempo que se percibe que la tranquilidad del Oka es solo aparente y que en cualquier momento sus aguas saldrán de sus orillas y harán un nuevo reparto del territorio, recuperando viejos meandros y abandonando otros en un juego geológico intemporal.

Yasnaya Poliana y Konstantinovo han marcado el límite sur de estos viajes literarios. El límite norte ha estado marcado por los Lugares de Pushkin, en la región de Pskov y por la casa-museo de Fiodor Dostoevskii situada en un lugar recóndito de la pequeña ciudad de Staraya Russa, en la región de Nóvgorod.

  1. Camino a Mijailovskoe.

Rusia está llena de «Lugares de Pushkin», como se llama a todos aquellos sitios donde vivió o a dónde viajó el poeta. Quizá los más significativos sean el Museo histórico-literario de Zajarovo-Viazemy, donde el poeta pasó, en la casa de su abuela María Alexeevna Hannibal, los veranos de su infancia entre 1805 y 1810. Luego la ciudad de San Peterburgo donde pasó la mayor parte de su corta vida. Finalmente el lugar donde está enterrado, en la región de Pskov, que coincide con el lugar donde estaban las haciendas de los Hannibal.

El viaje desde Moscú a los Lugares de Pushkin en la región de Pskov transcurre en gran parte por la geografía de la Gran Guerra Patriótica. Además del impresionante memorial a la Batalla de Rzhev, recientemente inaugurado, un interminable rosario de tumbas fraternales de soldados soviéticos caídos en combate flanquean el recorrido de la carretera. Luego, cuando uno se introduce en los bosques de la zona, aparecen los memoriales de los guerrilleros que mantuvieron en jaque a la retaguardia alemana.

Antes de llegar a la ciudad de Velikie Luky, nos desviamos a la izquierda y por un camino de tierra llegamos a las orillas del lago Zhizhitskii, donde hicimos un alto y descansamos no muy lejos del lugar de nacimiento del gran compositor Modest Musorgsrkii. En los caminos, pequeñas aldeas con casas derruidas y medio abandonadas que no pudieron soportar la presión modernizadora de las reformas liberales de los años 90 del pasado siglo.

De vuelta a la ruta principal, desde Velikie Luky, tomamos la carretera secundaria que lleva a los Lugares de Pushkin. Conforme avanzamos, más frondosos y verdes son los bosques y más grandes son los árboles. Las carreteras y caminos, custodiadas por los altos árboles, forman infinitas líneas rectas que, a pesar de sus generosos arcenes, dan la sensación de ser angostas sendas del bosque por la ilusión óptica de la perspectiva.

Los pueblos y aldeas desaparecen durante kilómetros y cuando al atardecer la luz del crepúsculo se mezcla con la húmeda niebla que se eleva de los incontables lagos y zonas pantanosas, una cierta inquietud próxima al miedo instintivo empieza a apoderarse del ánimo… Mejor no pensar en una avería inesperada del coche. La escasa circulación de vehículos augura, en el mejor de los casos, una larga espera. Finalmente llegamos a Mijailovskoe, una de las dos haciendas de los Hannibal, que heredó Pushkin de su madre poco antes de que un tal D’Anthès, un galán francés arrogante y mal encarado, empeñado en seducir a la esposa del poeta, lo matara de un tiro en el vientre una tarde de duelo en las proximidades de S. Peterburgo.

Se ha acabado el espacio y lo que sigue lo dejamos para la próxima entrega…

Moscú, septiembre 2020

CONTINUARÁ

 

LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” VI

Sexta parte: Perfil biográfico de la acción directa.

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

Tras el asesinato del zar Alejandro II, en apenas un par de semanas, fueron detenidos por la policía todos los participantes en el atentado. El tres de abril de 1881, un mes después del atentado, fueron ejecutados cinco de ellos. ¿Quiénes eran estas personas, de dónde procedían, a qué se dedicaban?

* * *

Nikolai Ivanovich Kibalchich (1853-1881), ingeniero, inventor y revolucionario. Es difícil determinar cuál de estas tres actividades era para él la más importante. Kibalchich, como Tsiolkovskii y otros muchos cosmistas rusos, pensaba que estaba próximo el tiempo en que los habitantes de la Tierra saldrían al cosmos e incluso se quedarían a vivir en él. En la cárcel, ya condenado a muerte y esperando su ejecución, Kibalchich dedicó sus últimos días a trabajar en el desarrollo de un aparato con motores a reacción para la realización de vuelos cósmicos. En una de sus notas escribió: “Estando en la cárcel, a unos cuantos días de mi propia muerte, escribo este proyecto. Yo creo en la realización de esta idea, y esa fe me sostiene en mi terrible situación. Si después de su detenido estudio por los científicos especialistas, mi idea es tomada como realizable, entonces seré feliz por haber prestado un gran servicio a mi patria y a la humanidad” (CHERNIAK, Moskva).

Cuando el Jefe de Policía de San Peterburgo vio los escritos de Kibalchich, ordenó que se archivaran junto con el expediente del condenado, ya que la lectura de los mismos no era conveniente porque podrían ocasionar “interpretaciones fuera de lugar”. Las esperanzas de Kibalchich sólo pudieron cumplirse casi cuarenta años después, cuando su proyecto fue redescubierto en 1917 y publicado en la revista “Biloe” por el científico N.A. Ribin.

Unos años más tarde, un joven intelectual llamado Alexander Ilich Ulianov (1866-1887), hermano mayor de quien más tarde fue conocido como Lenin, intentó, en compañía de un grupo de activistas revolucionarios, algunos de ellos menores de edad, atentar contra Alejandro III.

Ulianov había acabado sus estudios preuniversitarios con medalla de oro (equivalente a matrícula de honor) y había ingresado en la Facultad de Física y Matemáticas de la Universidad de S. Peterburgo. Llevaba una intensa vida universitaria, participando en seminarios y círculos de estudio de biología, literatura y economía. También participó en las reuniones y actividades de varios grupos ilegales de estudiantes. Fue uno de los organizadores de la Fracción Terrorista del partido Narodnaia Volia en 1886, compuesta principalmente por estudiantes de la universidad de S. Peterburgo muy influenciados por las ideas populistas y por las lecturas de Marx, Engels y Plejanov.

En el transcurso de la preparación del atentado contra el zar, los jóvenes fueron detenidos y juzgados. Cinco fueron ejecutados, entre ellos Alexander Ulianov. El resto fueron condenados a distintas penas de reclusión y trabajos forzados.

Entre los que evitaron la pena de muerte se encontraba el polaco Bronislav Pilsudskii (1866-1918), también estudiante de la universidad de S. Peterburgo (Facultad de Derecho). Primeramente fue condenado a muerte junto con Ulianov, pero a última hora le fue conmutada la pena capital por 15 años de trabajos forzados en la isla de Sajalín, de los que cumplió diez. Los cinco años que le quedaron por cumplir le fueron conmutados por la pena de exilio en el Lejano Oriente ruso. Trabajó en Vladivostok, en Kamchatka y en varias islas rusas del Pacífico, desarrollando una interesantísima labor como antropólogo entre varias minorías étnicas de la región. Una vez cumplida la pena de exilio, emigró a los EEUU a través de Japón. Finalmente, después de dar, literalmente, la vuelta al mundo, llegó a Polonia en 1905. Al empezar la Primera Guerra Mundial se trasladó a Suiza y más tarde a Francia donde murió ahogado en el río Sena en 1918.

Por cierto, su hermano menor Iusef Pilsudskii (1867-1935), fue condenado también por su participación en la preparación del mismo atentado contra el zar Alejandro III. En su caso, su condena fue más suave, cinco años de exilio en Siberia. Una vez cumplida, volvió a Polonia donde participó en la organización del Partido Socialista Polaco. Se dedicó a la preparación de grupos de combate para la realización de atentados y asaltos a bancos, trenes y oficinas postales con el fin de recaudar fondos para la causa revolucionaria.

Bajo la protección de las autoridades del Imperio Austro-Húngaro se dedicó a la organización de grupos armados paramilitares con el fin de ser utilizados en caso de guerra contra Rusia, lo que finalmente ocurrió tras el inicio de la Primera Guerra Mundial. Ya en la guerra organizó las Legiones Polacas que lucharon a favor de Alemania y Austro-Hungría en la guerra contra Rusia.

Aprovechando las circunstancias que rodearon el final de la Primera Guerra Mundial, Pilsudskii acabó siendo colocado al frente de la recién proclamada República Polaca. A pesar de su formación marxista, y de su pasado revolucionaria e internacionalista, Pilsudskii abrazó la causa nacionalista polaca y los planes expansionistas de la nueva Polonia que pretendían resucitar el viejo sueño polaco de una «Polonia de mar a mar» (del mar Báltico al mar Negro) incorporando al Estado polaco los territorios de Lituania, Bielorrusia y Ucrania. La materialización de aquellos planes llevó muy pronto a la guerra con la Rusia Soviética y, más tarde, a la Paz de Riga. Una paz que aprovechando la debilidad de la joven república soviética supuso la anexión por parte de Polonia de importantes territorios de Bielorrusia y Ucrania, y fue la causa del conflicto polaco-soviético anterior a la Segunda Guerra Mundial.

* * *

Quizá una de las activistas populistas más conocidas fue la polaca Vera Zasulich (1849-1919). Con apenas veinte años fue detenida por primera vez al estar vinculada con los sucesos que rodearon el asesinato cometido por Nechaev en la persona de un militante de su organización. Zasulich cumplió condena en la cárcel hasta el año 1871 y después fue enviada al exilio a regiones no muy alejadas de Moscú. De nuevo en S. Peterburgo, el cinco de febrero de 1878 acudió a una cita que tenía con el alcalde de la ciudad de S. Peterburgo, F. F. Trepov y le disparó dos veces a bocajarro.

Aquel acto fue un intento de vengar a su compañero de organización, Bogoliubov, que había sido duramente golpeado como castigo disciplinario mientras cumplía condena en la cárcel. El alcalde resultó gravemente herido y ella detenida en el acto. Fue juzgada, y aunque la ley preveía una condena de quince a veinte años de reclusión, Zasulich consiguió ganarse las simpatías del jurado popular e incluso del propio juez y fue finalmente declarada inocente y dejada en libertad. El veredicto absolutorio fue revocado rápidamente, pero Zasulich consiguió poner tierra de por medio y abandonó Rusia (ITENBERG, 1999, pp. 154-162).

Vera Zasulich fue una escritora muy conocida en aquellos años. Además, participó en debates teóricos importantes sobre el destino de la comunidad campesina rusa en el futuro revolucionario. Mantuvo correspondencia con Karl Marx sobre este asunto y alcanzó posteriormente fama por ello entre los círculos intelectuales de Occidente. Con el paso del tiempo Zasulich abandonó, al menos formalmente, el terrorismo y mantuvo hasta su muerte una importante actividad política en las filas mencheviques del Partido Socialdemócrata Ruso. Enemiga encarnizada de los bolcheviques fue contraria a la Revolución de Octubre, a la que consideró contrarrevolucionaria.

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Un personaje interesantísimo fue el joven poeta Leonid Kanegisser (1896-1918), famoso en los círculos literarios de S. Peterburgo y Moscú y amigo de muchos de los jóvenes poetas de aquel periodo, entre ellos Esenin. Militante de un partido político minoritario, el Partido del Trabajo Populista-Socialista, el treinta de agosto de 1918 mató de un disparo al Presidente de la Comisión Extraordinaria de la ciudad de Petrogrado, Moisei Solomonovich Uritskii.

Después de su detención realizó unas particulares declaraciones con las que intentó explicar los motivos de su acto. Según el mismo manifestó, disparó contra Uristkii para que pagara por las culpas de su pueblo, por los desmanes llevados a cabo por los judíos bolcheviques: “Soy judío. He matado a un vampiro-judío, que gota a gota bebe la sangre del pueblo ruso. He intentado mostrar al pueblo ruso que para nosotros, Uritskii no es un judío. Es un renegado. Lo he matado con la esperanza de restablecer el buen nombre de los judíos rusos” (VAKSBERG, 2003).

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Otra activista destacada fue Fanny Efimovna Kaplan (1890-1918). Desde muy joven se incorporó al movimiento revolucionario ruso como militante anarquista y en el año 1906 participó, con su pareja Yakov Shmidman, en un atentado fallido contra el General-Gobernador de Kiev. Mientras manipulaban el artefacto explosivo que iban a utilizar en el atentado, éste les explotó, y ella perdió parcialmente la vista. Detenida y juzgada fue condenada a muerte, pena que le fue conmutada a consecuencia de su minoría de edad por la de cadena perpetua a trabajos forzados.

Durante el tiempo de su reclusión entablo amistad con María Spirodovna, una de las líderes más conocidas del partido socialista-revolucionario (ESER), incorporándose tras su liberación en el año 1917 a las filas de este partido. En el verano de 1917, en un sanatorio para antiguos condenados abierto por el Gobierno Provisional en Evpatoria (costa del Mar Negro), Fanny Kaplan conoció al hermano menor de Lenin, Dimitri Ulianov, que le recomendó ponerse en tratamiento médico en la clínica oftalmológica del doctor Girshman, un prestigioso oftalmólogo en aquellos años.

Kaplan recuperó parte de su visión, lo suficiente para disparar contra Lenin el 30 de agosto de 1918 después de finalizar un mitin en una fábrica de Moscú. Fue detenida por unos trabajadores mientras intentaba huir en tranvía. En su interrogatorio se declaró enemiga de la Revolución de Octubre y manifestó que la decisión de atentar contra Lenin la había tomado ella sola tras la disolución de la Asamblea Constituyente. Dijo considerar a Lenin como un traidor a la revolución y que sus actos alejaban para decenas de años la materialización de las ideas socialistas.

Fue fusilada en uno de los patios de Kremlin en Moscú, sin juicio y por orden verbal del Yakov Sverdlov, Presidente de Comité Ejecutivo Central de toda Rusia (equivalente en aquellos momentos a Jefe del Estado en la Rusia Soviética). Uno de los escasos presentes durante la ejecución fue el famoso escritor Demian Bedni. De él hablaremos en otra entrega.

Moscú, agosto 2020

CONTINUARÁ

LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” V

Quinta parte: La destrucción total.

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

I.- La ciencia de la destrucción.

Serguei Nechaev, nacido en el año 1847, fue otro joven estudiante con gran influencia en la literatura y en el movimiento revolucionario ruso. Con apenas 18 años se trasladó a Moscú donde estuvo trabajando como asistente del historiador M. Pogodin. Después se trasladó a S. Peterburgo donde superó unos exámenes como maestro de escuela primaria al tiempo que asistía a clases en la universidad, donde comenzó a leer literatura revolucionaria y a tener contactos con jóvenes revolucionarios. En el año 1869 emigró por primera vez a Suiza, donde conoció a Bakunin y Ogariov, regresando a Rusia en septiembre del mismo año.

Fue entonces cuando fundó “Narodnaia Rasprava” (Venganza Popular) y cuando se vio envuelto en la muerte del joven Iván Ivanov, militante de su organización acusado de espionaje en favor de la policía. Aunque Nechaev pudo poner tierra de por medio y exiliarse de nuevo en Suiza, ochenta y siete personas fueron juzgadas con diferente suerte por la muerte del joven Ivanov, con graves condenas que llevaron incluidas trabajos forzados y el exilio en Siberia.

En Suiza, Nechaev volvió a ponerse en contacto con Bakunin y Ogariov, pero cuando estos últimos tuvieron noticias del asesinato de Ivanov, rompieron toda relación con él. Finalmente el gobierno suizo autorizó la extradición de Nechaev en el año 1872, siendo juzgado en Moscú en 1873 y condenado a 20 años de trabajos forzados en la mina.

Sin embargo, no fue enviado a trabajos forzados. Fue tratado como preso político y encarcelado en la fortaleza de Petropavlosk, desde donde ejerció una gran influencia entre los soldados de la guarnición que le tenían un gran respeto y admiración y que le facilitaron el contacto con el mundo de la clandestinidad política en el exterior de la cárcel, en la ciudad de S. Peterburgo. Murió en esta ciudad en el año 1882 como consecuencia de una enfermedad, aunque algunas fuentes indican que se suicidó (LURE, 2001). Nechaev es importante para el movimiento revolucionario principalmente por dos cuestiones.

Fue el primero en formular la idea de que para el triunfo de la revolución social era necesario la creación de una única organización revolucionaria de carácter estatal que debería estar formada por círculos de militantes que no bebían conocerse entre ellos para así protegerse mejor en la clandestinidad. Para coordinar la actividad de todos los círculos era necesaria la existencia de órganos de dirección de diferentes niveles que convergerían en un único Comité Central.

Por otro lado, fue el primero en formular la ética del revolucionario. Para Nechaev, la revolución era en primer lugar destrucción total … del viejo orden social. En el primer número de su revista Narodnaia Rasprava escribió: “Tenemos un plan … la destrucción total. Nos negamos a la elaboración de planes sobre las futuras condiciones de vida … Entendemos la destrucción como un asunto tan colosal y difícil que entregamos a él todas nuestras fuerzas y no queremos engañarnos … con el sueño de que tendremos fuerzas y conocimiento para la construcción … asumimos exclusivamente como objetivo la destrucción del sistema social existente. Crear no es asunto nuestro, sino de otros que vendrán después de nosotros… Concentrando todas nuestras fuerzas en la destrucción, no tenemos ni dudas ni desengaños (LURE, 2001, p. 89).

Todo parece indicar que la colaboración directa con Bakunin en el exilio tuvo como resultado su “Katejizi revoliutsionera” (Catecismo de un revolucionario) que tuvo una gran influencia en todas las generaciones posteriores de jóvenes revolucionarios y en el que desarrolló todavía más la ética de la destrucción:

“1. El revolucionario es una persona condenada. No tiene intereses, ni asuntos, ni sentimientos, ni ataduras, ni propiedades, ni siquiera tiene nombre. Todo está sometido a … una única pasión: la revolución.

2. … Ha roto todo vínculo con el orden civil … con las leyes … con la moral de este mundo. Es un enemigo implacable para el mundo, y si continua viviendo es sólo para … destruirlo.

3. El revolucionario … sabe sólo una ciencia, la ciencia de la destrucción. Para eso estudia mecánica, física, química … El objetivo es … destruir lo más pronto posible, lo más efectivamente posible este abyecto sistema. …

5. … Entre el Estado y él hay una guerra … a vida o muerte. Debe estar preparado cada día para morir. Debe enseñar a su cuerpo a soportar la tortura. …

22. Los camaradas no tienen otro objetivo que la total liberación y felicidad del pueblo … Pero con el convencimiento de que esta liberación y la consecución de dicha felicidad es sólo posible mediante la revolución popular destructora. …

23. Para el pueblo, la revolución salvadora puede ser sólo aquella revolución que destruye en su raíz … todas las tradiciones estatales, el orden y las clases en Rusia” (NECHAEV, 1869).

La influencia en Rusia del joven Nechaev, al que muchos consideraron un hombre enloquecido, fue enorme. Quizá no tanto para sus contemporáneos, como para las generaciones revolucionarias posteriores. Su idea de una única organización política fue fundamental para la creación de los partidos políticos revolucionarios, fuertemente centralizados, ascéticos y con una estricta ética en la que primaba el sacrificio personal y colectivo en nombre de la revolución y la felicidad popular. Su influencia superó el ámbito ruso y se extendió por el mundo.

* * *

Por otro lado, se extendió la opinión de que la “ida al pueblo” no daba los resultados políticos esperados, lo que llevó a diferentes grupos a plantear la acción directa terrorista como una manera de provocar la revolución social y la caída del zarismo.

En junio de 1879 como resultado de la escisión de la organización política Zemlia i Volia (Tierra y Libertad), fue creado el partido Narodnaia Volia (Libertad Popular), que realizó una serie de atentados muy sonados, entre ellos varios contra el Zar Alejandro II que culminaron con su asesinato en marzo de 1881.

Tras la muerte del emperador, el Comité Ejecutivo de Narodnaia Volia publicó un manifiesto en el que indicaba al nuevo Zar Alexander III que tenía dos caminos a elegir: o bien la revolución, que no podría impedir por muchas ejecuciones que llevara a cabo, o bien dirigir de forma voluntaria la acción de gobierno a favor del pueblo. El “Comité Ejecutivo, se dirige a Vuestra Majestad con el consejo de que elija el segundo camino” (VOLK, 1965, pp. 170-174).

El terrorismo y la derrota teórica del populismo frente a los marxistas dieron lugar a la ruptura del populismo en minúsculas organizaciones políticas sin conexión entre ellas, hasta que a finales del año 1901 fue constituido el Partido de los Socialistas Revolucionarios, conocido como ESER y sus militantes como eseristas (de la pronunciación en ruso de las consonantes iniciales S = ES y R = ER). Fue fundado tras la fusión de varias organizaciones en un intento de superar el aislamiento político en el que se veían como consecuencia de su carácter minoritario.

El partido ESER tuvo una gran presencia en la vida política rusa, siendo durante muchos años el más numeroso y el que contaba con más apoyos en provincias. Muchos campesinos entendieron ver en este partido la expresión de sus concepciones sobre la propiedad de la tierra. Esta cuestión, la propiedad de la tierra, le hizo perder sus posiciones preeminentes en el verano de 1917, cuando ya en el Gobierno Provisional se negó a atender las peticiones campesinas sobre nacionalización de las tierras. Cuando quisieron rectificar fue tarde, estaba ya avanzado el mes de octubre y Lenin y los bolcheviques se les adelantaron.

El partido ESER fue la única organización rusa que incluyó en su programa la utilización del terrorismo como instrumento para hacer política. Esta táctica terrorista era considerada como una honrosa herencia de la tradición populista de Narodnaia Volia. Con el asesinato del Ministro de Asuntos Internos Sipiagin se dio a conocer la Organización de Combate (Boevaia Organisatsia) del partido ESER. En junio de 1904 fue asesinado el ministro de Asuntos Internos Pleve, en febrero de 1905 el Gran Príncipe Serguei Alexandrovich y en 1911 el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Asuntos Internos, Stolipin. Entre los años 1902 y 1911, el partido ESER llevó a cabo 248 atentados.

En sus diferentes escisiones, este partido continuó fiel a sus prácticas terroristas prácticamente hasta su desaparición en la primera mitad de los años veinte. Es imprescindible tener en cuenta el maximalismo que caracterizó hasta el final al partido ESER y su “adoración” de la violencia durante tantos años para entender los orígenes del estallido de la guerra civil en Rusia en 1918 y, como no, de la violencia que la caracterizó.

Anna Geifman, en su detallado estudio sobre el terrorismo en Rusia, dice que en el curso de los doce meses transcurridos entre octubre de 1905 y octubre de 1906 murieron o resultaron heridos como consecuencias de actos terroristas la cantidad de 3.611 funcionarios del Estado. Si este periodo se prolonga hasta el final del año 1907, la cantidad supera a las 4.500 personas. Si se tienen en cuenta a todas las personas afectadas, el cómputo de víctimas entre octubre de 1905 y diciembre de 1907 supera las 9.000. La cantidad total de atentados cometidos entre los años 1901 y 1911 superó los 17.000 (GEIFMAN, 1997, pp. 31-33).

Según la estadística oficial, desde enero del año 1908 hasta la mitad de mayo del año 1910, fueron realizados 19.957 actos terroristas, incluidas las llamadas “expropiaciones”, es decir, asaltos a entidades bancarias, oficinas de correos o incluso a haciendas de grandes propietarios con el fin de “recaudar fondos” para la causa revolucionaria.

Moscú, junio 2020

CONTINUARÁ

 

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LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” IV

Cuarta parte: Pasar a cuchillo a cien mil hacendados.

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

I.- «…Es política»

En el mes de febrero de este año aparecieron en la prensa española una serie de artículos sobre el gran escritor soviético Boris Pasternak y su célebre novela Doctor Zhivago a consecuencia de la novela de una escritora norteamericana que ha construido su obra sobre la trama conspirativa creada por la CIA para publicar la novela de Pasternak fuera de la Unión Soviética y utilizar tanto a la obra, como al autor soviético, como instrumentos en la política de descrédito del socialismo soviético.

No está previsto tratar en esta entrega el asunto Pasternak-Doctor Zhivago, sino que está programado para tratarlo más adelante y en profundidad, pero hay un aspecto sobre el que me gustaría llamar la atención: en los diferentes artículos aparecidos en la prensa, el acento se pone en el hecho de que la novela fue «prohibida» en la URSS porque Pasternak, al que le gustaba «hurgar en su alma», hizo en su obra una «defensa del individualismo», motivo por lo que fue censurado, criticado y condenado públicamente por una multitud de compañeros escritores.

Esta condena del «individualismo» de Pasternak es presentada por todos los articulistas como un disparate, como la muestra más evidente del despotismo soviético que perseguía cualquier manifestación de lo individual, por eso, es necesario señalar unos cuantos matices

Doctor Zhivago no fue prohibida. Las revistas literarias Znamia y Novi Mir la rechazaron por no estar la obra en el marco de la línea editorial de las dos revistas, y así le fue comunicado al escritor, por ejemplo en la carta del consejo de redacción de Novi Mir enviada a Pasternak al devolverle el manuscrito de la novela.

El siete de enero de 1957 la editorial Goslitizdat firmó un contrato con Pasternak para la publicación de Doctor Zhivago en la URSS. En la editorial le pidieron que hiciera ciertas modificaciones para matizar precisamente ese espíritu individualista que impregnaba varios pasajes de la novela, así como la posible interpretación de que la Revolución de Octubre pudiera ser considerada como un momento negativo en la historia de la URSS. Al parecer Pasternak se negó de forma radical a hacer aquellos cambios. «Me alegraré de todos aquellos impedimentos que eviten la publicación de mi novela en la URSS» parece que llegó a decir… Estaba en su absoluto derecho. El poeta, y gran traductor de Shakespeare al ruso, estaba ya muy influenciado por el círculo de provocadores que le rodeaban en sus últimos años de vida, empeñados éstos en utilizar su nombre y su obra en aquella provocación orquestada por la CIA.

Fue la salida y publicación ilegal de la novela fuera de la URSS, con la participación poco clara en todo aquello de la editorial italiana que tenía los derechos sobre la obra en Europa occidental, lo que, en plena guerra fría, fue interpretado como una traición de Pasternak a la Unión Soviética. Los servicios secretos soviéticos supieron desde el primer momento de aquella trama organizada por la CIA y de cómo el escritor se prestó a colaborar en ella.

«Camarada Sholojov, esto ya no es literatura, esto es política», le dijo Stalin al autor del Don Apacible años antes, durante la colectivización del campo. Y fue precisamente la constancia de la participación de Pasternak en aquella trama política, que iba mucho más allá de la mera creación literaria, lo que provocó todo el escándalo posterior que llevó a que Pasternak no pudiera acudir a recoger el premio Nobel de Literatura que le fue concedido al año siguiente.

Excepto la CIA, todos salieron, o salimos, perdiendo: Pasternak, la URSS, los partidos comunistas europeos, la idea del comunismo, la literatura… Aún hoy día, a pesar de que ya queda claro el papel de la CIA y de los servicios secretos de otros países en aquella trama y en las que estuvieron detrás de las «fugas de disidentes», muchos siguen pensando que el socialismo soviético censuraba o cercenaba la libertad de expresión, en este caso, de sus escritores.

Que una editorial o una revista no acepte un manuscrito para su publicación es algo habitual a lo largo de la historia de la literatura, del ensayo o de la investigación, en todo el mundo sin excepciones. Y también es habitual que los redactores de las editoriales sugieran o impongan, que de todo hay, a los autores determinadas “correcciones” en sus obras. En cada lugar y en cada caso los argumentos varían. El diario El País puede negar la publicación de un artículo por considerarlo contrario a los principios europeistas, la revista Mientras Tanto porque se hace mención a Stalin o una editorial norteamericana de los años 50 o 60 del pasado siglo lo hacía porque la obra «olía» a comunismo. Cada editorial, cada revista o periódico, cada sociedad, se protege de sus «demonios» como considera adecuado.

Pero todo esto es secundario. Lo importante radica en otro aspecto que nos puede dar la clave para entender por qué la novela de Pasternak no fue aceptada para su publicación y fue tan duramente criticada por muchos escritores en la Unión Soviética: el individualismo que al parecer destilaba y que hoy se ensalza como el gran logro de conciencia de la humanidad.

Y aquí es importante tener en cuenta que no es lo mismo la persona que el individuo. Lo segundo no existe, no es más que la aplicación al ser humano de los fundamentos atomistas de la revolución científica y su incorporación a la filosofía política y al liberalismo. El individualismo es una entelequia filosófica del capitalismo que ha conseguido introducirse en nuestro vocabulario habitual y que corroe nuestro discurso desde el momento que utilizamos este concepto sin saber realmente a qué nos estamos refiriendo. Individuo y persona no son sinónimos, son antónimos. La persona, el ser humano, es un ser social, todo lo contrario a un individuo.

La clave del conflicto en la URSS, entre Pasternak y los escritores que condenaron su obra por individualista, está precisamente en esa dicotomía conceptual y en la lucha, violenta en muchas ocasiones, de la literatura rusa y soviética por la defensa de lo colectivo, de la justicia social, del asunto común.

Y ese conflicto es precisamente el hilo conductor de la serie de artículos que estamos publicando. Para entender si hubo o no violencia sobre la libertad de conciencia en el caso Pasternak-Doctor Zhivago, conviene continuar por donde lo habíamos dejado…

II.- Ni un Zar … ni un manto de armiño que oculte la incapacidad hereditaria…

Бесы (Besi = Los demonios), es una de las cuatro obras maestras de Dostoevskii, en la que el autor se adentró de forma magistral en la naturaleza de la revolución y de los sujetos revolucionarios. Y lo que nos mostró no siempre lo entendemos y nos gusta.

En el desarrollo de movimiento revolucionario en Rusia en las décadas de los años comprendidos entre 1830 y 1850, el lugar de los partidos políticos estuvo ocupado por los llamados kruzhki, círculos, (todo tiene un origen…) en los que se debatían cuestiones sociales, políticas y culturales, en especial literatura, música y pintura. Estos círculos estaban formados principalmente por jóvenes y fueron creados en casi todas las ciudades importantes, desde S. Peterburgo y Moscú, hasta las ciudades de Siberia. Por ejemplo el de Petrashevskii, del que ya hemos hablado con detalle en páginas anteriores, o el de Stankevich en Moscú a finales de la década de 1830, del que formaron parte unos jóvenes que se convirtieron en el núcleo del pensamiento revolucionario en Rusia: Bakunin, Hertzen, Ogariov, Belinskii, etc.

La década de 1860 empezó en Rusia con la esperanza de la liberación de los campesinos de la servidumbre, sin embargo el Manifiesto de la Liberación, de fecha 19 de febrero de 1861, desilusionó a todos y dio un gran impulso al movimiento revolucionario que se extendió prácticamente por toda Rusia, pero ya mucho más radicalizado. El escritor y publicista Nikolai Shelgunov escribió en verano de 1861 la proclama “K Molodomu pokoleniiu” (A la Joven Generación), en la que, entre otras cosas, decía: “El Soberano ha engañado las esperanzas del pueblo: no le ha dado una auténtica libertad… No necesitamos ni un zar, ni un emperador, ni un bendecido por Dios, ni un manto de armiño que oculte la incapacidad hereditaria. … Si Alexander II no entiende esto y no quiere de forma voluntaria hacer concesiones al pueblo, peor para él … Joven generación … si para la consecución de nuestros objetivos, el reparto de la tierra entre el pueblo, fuese necesario pasar a cuchillo a cien mil hacendados, no nos asustaremos por esto. …Rusia no se va a dar cuenta de semejante pérdida. … Todos los que están en contra del pueblo, todos los que le explotan … y que tienen como objetivo … los privilegios y su posición privilegiada, es decir la aristocracia y el partido aristocrático, son todos enemigos del pueblo, enemigos de Rusia. No hay que tener compasión de ellos” (SHELGUNOV, [1861]1958).

III.- ¡A las hachas!

Piotr Zaichnevskii fue otro de los jóvenes radicales que tuvieron gran influencia en la evolución del movimiento revolucionario ruso. Fue estudiante de la Facultad de Física y Matemáticas de la Universidad de Moscú, donde pronto comenzó a participar en diferentes círculos de estudiantes revolucionarios. En julio de 1861 fue arrestado por la difusión de literatura prohibida y por la realización de actividades contra la monarquía. Una vez juzgado recibió su primera condena de dos años y ocho meses de exilio en los alrededores de la ciudad de Krasnoyarsk. Pasó prácticamente toda su vida en el exilio en Siberia, con cortos periodos en los que le autorizaron a volver a ciudades de provincia relativamente cercanas a Moscú.

Mientras duró aquel primer proceso, encontrándose en prisión provisional, en el año 1862, escribió el manifiesto Molodaia Rossiia (Rusia Joven) que tuvo una gran difusión e influencia entre los jóvenes escritores y revolucionarios de toda Rusia. Retomando el mesianismo de la Idea rusa expresado por Chaadaev, Zaichnevskii consideraba que sobre Rusia había recaído la responsabilidad de llevar a cabo la primera revolución social en el mundo: “Rusia ha entrado en el periodo revolucionario de su existencia … Desde abajo se oye el sordo y recóndito rumor … del pueblo explotado … [por] un puñado de personas, … los hacendados, … descendientes de los antiguos amantes de las emperatrices, los comerciantes que hicieron sus capitales robando y mediante engaños, los funcionarios que robaron grandes fortunas, … y a la cabeza de ellos el Zar. … La salida de esta oprimente y terrible situación … es la revolución. Una revolución sangrienta e implacable, una revolución que deberá cambiar todo de forma radical … y aniquilar a los partidarios del orden actual. Nosotros no tememos a la revolución … Estamos dispuestos a sacrificar nuestras cabezas … Recuerda, juventud … tú tienes que estar a la cabeza de este gran movimiento… Pronto llegará el día en el que … avanzaremos sobre el Palacio de Invierno y liquidaremos a todos los que allí se encuentren. Puede ocurrir que … el partido aristócrata se levante como una sola persona en defensa del Zar, porque en esta cuestión irá implícita la propia existencia de la aristocracia. Y en este último caso … con toda la confianza del pueblo depositada … en el glorioso futuro de Rusia, por ser la primera en llevar a cabo el gran asunto del socialismo, daremos un único grito: ¡a las hachas! Y entonces … golpea al partido imperial, sin tener lástima … golpea con el hacha en las plazas, si estos demonios tienen el atrevimiento de salir a ellas, golpea en las casas, golpea en los estrechos callejones de las ciudades, golpea en las anchas calles de las capitales, golpea en las aldeas y en los poblados. Recuerda que en esos momentos quien no esté con nosotros, estará en contra de nosotros. Y quien esté en contra de nosotros, será nuestro enemigo, y a los enemigos hay que aniquilarlos utilizando todos los medios” (ZAICHNEVSKII, [1862] 1997).

Hay un dato muy interesante en relación con este estado de ánimo revolucionario que se estaba extendiendo por toda la población: los revolucionarios en Rusia en aquellos años eran principalmente jóvenes estudiantes universitarios, escritores, procedentes de todos los estamentos y protoclases sociales que empezaban a formarse en aquel mundo en ebullición y cambio, excepto del campesinado. Como sabemos, en Rusia los campesinos no tenían derecho a recibir educación más allá de la primaria. Si un campesino superaba dicho nivel de educación escolar era automáticamente expulsado del estamento campesino y desposeído de todas las tierras que pudiera disponer en arriendo, usufructo o incluso en propiedad.

IV.- El eco de los tiros de un revolver defectuoso.

Aquellos jóvenes se dedicaron, en un principio, a la difusión de las ideas revolucionarias y no tenían claro la forma de pasar a la acción. De hecho, la inmensa mayoría de ellos proponían formas de acción pacíficas. En este sentido es importante conocer las actividades del círculo revolucionario que se formó en S. Peterburgo alrededor de otro joven estudiante universitario, Nikolai Ishutin, que tenía como objetivo la difusión de las ideas socialistas, pero que para ello se propuso recurrir a un medio novedoso: poner en práctica la “ida al pueblo”, marchando a las aldeas y poblados y creando pequeñas cooperativas agrícolas. Y en ellas, en contacto directo con los campesinos hacer propaganda de las ideas socialistas y revolucionarias (VILENSKAIA, 1965).

Aunque la mayoría de los miembros del grupo de Ishutin eran partidarios de la acción pacífica, unos cuantos tenían inclinaciones por la acción violenta. Incluso uno de ellos, primo hermano de Ishutin, había planteado llevar a cabo un atentado contra el Zar, algo que a los demás les había sonado a delirios de un loco. Sin embargo, este joven, de nombre Dmitri Karakozov, decidió por su cuenta asesinar al Zar Alejandro II y el 4 de abril de 1866 le disparó con un revólver defectuoso. Entre el revólver, el susto que debía llevar el terrorista, el decisivo empujón que dio a Karakozov un joven campesino que pasaba por allí y la suerte que acompañó en aquella ocasión al Zar, el inexperto terrorista erró el tiro y Alejandro II salió ileso.

Por cierto, que el joven campesino estuvo a punto de ser juzgado por cómplice. Lo salvó un general que vio su valiente proceder. La misma noche del atentado el Zar le dio las gracias en un acto público en palacio. Luego, le honraron con un empleo militar, lo nombraron aristócrata, le dieron una hacienda con muchas tierras y siervos… donde murió alcoholizado años después. Sin embargo, el joven terrorista no tuvo tanta suerte. Fue detenido en el sitio y seis meses después, el 6 de septiembre de 1866 fue colgado por regicida.

Aquellos disparos de Karakozov tuvieron una influencia decisiva en la literatura y en el movimiento revolucionario. Por un lado el Gobierno se lanzó a una política represiva sin precedentes en Rusia, dirigida principalmente a los jóvenes universitarios. Fueron disueltos todos los círculos, fueron canceladas las ayudas y becas a los estudiantes. Las “cooperativas agrícolas” y las “cooperativas obreras” creadas por los jóvenes en su ida al pueblo fueron disueltas, y las que se mantuvieron lo hicieron en la clandestinidad.

La acción represiva tuvo en el movimiento revolucionario una repercusión contraria a la buscada, fundamentando y consolidando la propia acción revolucionaria. Además, el atentado tuvo un efecto específico entre la juventud revolucionaria. Por un lado, la figura del Zar y con ella su familia quedó desacralizada. Se podía atentar contra el Zar. Sólo era cuestión de tomar esa decisión, de tener la valentía de asumir las consecuencias, entre ellas la muerte. Y precisamente, la asunción de ese sacrificio enriqueció hasta límites anteriormente inimaginables la naturaleza romántica del revolucionario y de la causa revolucionaria.

Una parte mayoritaria de la intelligentsia rusa reconoció de forma abierta que la violencia, el terror, eran un medio adecuado para la consecución de transformaciones políticas y sociales y pasó a apoyar y utilizar de forma abierta el terrorismo. Incluso aquellos que no lo apoyaron explícitamente, veían con simpatía las acciones terroristas y la propia idea del terror como instrumento del cambio social y político. Los terroristas pasaron a ser percibidos como héroes entre la intelligentsia, al tiempo que sus diferentes organizaciones se entregaron con total displicencia al terrorismo, atentando contra miembros de la familia real, contra políticos, militares, jueces y funcionarios estatales de todo tipo, clase y condición.

A partir de aquel fallido atentado, el terrorismo apareció como un fenómeno masivo en el que se mezclaban populismo, periodismo, nihilismo, literatura, revolución, arte, violencia y acción directa…, y que pasando por los disparos de Kaplan a Lenin en 1918 y de Nikolaev a Kirov en 1934, se prolongó en una escalada continua hasta entrado el sistema soviético.

Moscú, marzo 2020

CONTINUARÁ

Bibliografía

ITENBERG, B., 1999. Rossiiskaia intelligentsiia i zapad. Vek XIX. Moskva: Nauka.

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LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” III

Tercera parte: “Todos somos nihilistas”

Antonio Fernández Ortiz

Historiador

I.- Un plan global de transformación y destrucción.

Vimos en el capítulo anterior la escenificación de la pena de muerte de Dostoevskii y sus compañeros. Toda una demostración ejemplar del poder sobre la vida y la muerte del Zar de Todas las Rusias. Para ahondar más en la naturaleza del conflicto que se estaba fraguando en aquellos años, quizá resulte ilustrativo conocer algunos rasgos de la biografía de una de las personas que jugaron un papel destacado en aquel caso. Se trata de Iván Petrovich Liprandi, destacado militar, escritor y uno de los principales historiadores rusos del siglo XIX.

Su padre, Pedro de Liprandi fue un aristócrata italiano de origen español que en 1785 se estableció en Rusia invitado por Ekaterina II. Su hijo Iván nació en Rusia y con sólo tres años de edad fue inscrito en un regimiento militar por su padre. Aquella vinculación con el ejército desde tan temprana edad marcó toda la vida posterior del futuro historiador. Alternando periodos de licencia con periodos de servicio militar Iván Petrovich Liprandi acabó su carrera militar como general. Entremedias, participó en numerosas campañas militares, incluidas las de la guerra contra el invasor Napoleón.

Fue amigo de Pushkin y muy conocido en los ambientes en los que se desenvolvía el poeta y sus amigos. En 1826 fue arrestado en la causa general contra los decabristas. Mantuvo estrechas relaciones de amistad con muchos de ellos y estuvo exiliado en Moldavia, en la ciudad de Kishenev, donde compartió destino con otros decabristas también exiliados. Más tarde fue readmitido en el ejército y participó en la campaña militar de 1828-1829. Sus inquietudes intelectuales las dirigió a la historia, la religión y los asuntos orientales.

Autor de varios libros y de numerosos artículos, acabó especializándose en la historia de la guerra contra Napoleón, recopilando prácticamente todos los materiales publicados por otros autores tanto en Rusia como en el extranjero. Publicó a su vez un gran número de trabajos en los que recogió las memorias de muchos de los participantes en aquella guerra. Además, publicó la más completa bibliografía sobre la guerra y creó una colección completa de todos los artículos publicados. Como nota curiosa, indicar que el escritor Lev Tolstoi utilizó la gran cantidad de materiales publicados por Liprandi para escribir su monumental “Guerra y Paz”.

En el año 1840 pasó a forma parte del Ministerio del Interior y en marzo de 1848, Liprandi fue encargado de la investigación en secreto de la tertulia de Butashevich-Petrashevskii. Su prestigio y buena pluma resultaron determinantes para la posterior evolución de los acontecimientos con el resultado final que ya conocemos.

He aquí un extracto de su brillante informe: “Los miembros de esta sociedad pretendía influir en las masas a través de la propaganda. Con este objetivo mantuvieron discusiones sobre como despertar en todas las clases del pueblo el descontento contra el Gobierno, como armar a los campesinos contra los propietarios de tierras, a los funcionarios contra sus jefes, como utilizar el fanatismo de los cismáticos (religiosos), y en los demás estamentos socavar y destruir todo sentimiento religioso, … como actuar en el Cáucaso, en Siberia … en Finlandia, en Polonia, en Malarossia … Por todo esto llegué al convencimiento de que no se trataba de una conjura pequeña y aislada, sino de un plan global, de un movimiento de transformación y destrucción”. (LIPRANDI, [1849]1872)

II.- Una entrega al pueblo.

Quizá la característica más importante de la intelligentsia rusa es su componente nihilista. Se puede decir que al igual que el populismo, el anarquismo o el bolchevismo, el nihilismo es una creación de la cultura rusa. En su formulación técnica, se trató de un movimiento intelectual por la liberación social. Pero, finalmente, resultó ser mucho más que eso.

En la base del nihilismo ruso se encuentra el ascetismo del cristianismo ortodoxo ruso, la percepción de que el mundo se encuentra sumergido en el mal, la negación de la riqueza y el bienestar como expresión del pecado, en definitiva la negación del mundo, en el entendimiento de que en él domina el pecado, el mal y la explotación de las personas.

Pero, al mismo tiempo, este ascetismo religioso del nihilismo negó, y niega, radicalmente a Dios. Niega el alma, el espíritu, y se convierte en ateísta. Y sobre la base de la negación de Dios, sobre la base de ese ateísmo radical, todos los esfuerzos han de ser dirigidos a la emancipación del hombre en la tierra, a la liberación del pueblo trabajador de los terribles sufrimientos a que es sometido, a la creación de las mejores condiciones para disfrutar de una vida feliz, aunque ascética, en la tierra.

Como escribió el filósofo N. Berdiaev, el nihilismo ruso… “Es la insurrección contra la ausencia de verdad en la historia, contra las mentiras de la civilización. Es la exigencia de que acabe la historia y comience una nueva vida fuera de la historia, suprahistórica. El nihilismo es… la transformación en nada de todas la tradiciones históricas, la emancipación del hombre natural al que ya no le serán impuestos ningún tipo de cadenas” (BERDIAEV, 1997, p. 281).

Hay dos aspectos fundamentales en el nihilismo que estarán ya siempre presente en la parte de la cultura rusa que se planteará las grandes cuestiones de justicia social y de modernización de Rusia. Por un lado, la pasión por el materialismo y la adoración de la ciencia, percibida como un instrumento para hacer el bien con el que el hombre construirá la nueva sociedad y liberará a la humanidad de las injusticias y de la explotación.

Y por otro lado, una dura crítica hacia el arte, al que se considerará en gran medida tocado por el pecado del hedonismo. El arte, el momento creativo, y en especial la literatura, debían estar siempre dirigidos a la emancipación social del hombre, del pueblo trabajador. Este aspecto estuvo siempre presente en la vida de los grandes escritores rusos, los cuales tuvieron siempre eternas dudas sobre la justificación social, sobre la verdadera “utilidad” social, de sus obras.

En la misma línea, el nihilismo consideraba como representación del mal al Estado, el derecho, la moral tradicional y todos los institutos sociales que de una u otra manera justificaban la explotación de la persona y del pueblo en su conjunto. Además, el nihilismo, con su acentuado ascetismo, veía en el servicio al pueblo, en la lucha por la liberación del pueblo, una misión cuasi de vocación apostólica. Los jóvenes nihilistas consideraban la revolución como una entrega al pueblo y aceptaban todos los sacrificios necesarios en aras de la liberación popular, incluso si se trataba de la cárcel, del exilio en Siberia o de la condena a muerte.

Estos componentes del nihilismo pasaron a formar parte de todas las teorías sociales en Rusia, de todas las organizaciones y movimientos revolucionarios. “Todos somos nihilistas”, dijo Dostoevskii. Y la historia le dio la razón.

III.- La ida al pueblo.

En Rusia, el populismo (narodnichestvo) fue sin duda el gran movimiento revolucionario durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del XX. En la historiografía rusa se entiende por populismo el movimiento de acercamiento de la intelligentsia al pueblo, entendido éste, en lo fundamental, como el campesinado ruso, ya que se consideraba que era el portador de la sabiduría sobre la vida auténtica, que había quedado oculta para las clases dominantes. Había un doble objetivo final en esta marcha al pueblo, por un lado la búsqueda de las raíces populares de la cultura rusa. Por otro, ayudar al pueblo a tomar conciencia de su condición de explotación y humillación a la que estaba sometido y ayudarle en el proceso de liberación y de construcción de un nuevo orden social.

La intelligentsia era consciente de la pérdida, o incluso ausencia, de los vínculos con el pueblo, lo que la hacía sentirse culpable y en una eterna deuda histórica. El populismo de tipo socialista consideraba que las clases dominantes debían su bienestar y su cultura a la dominación y explotación del pueblo y que incluso los intelectuales, los artistas y escritores debían su preeminente situación cultural a la explotación del pueblo trabajador. Esta percepción dio lugar a que muchos de los grandes artistas y escritores rusos se sintieran separados del pueblo y aislados socialmente. En esta situación de culpa espiritual, los escritores se lanzaban literalmente a “buscar” al pueblo. Esta era la naturaleza de la permanente crisis espiritual de los grandes genios de la literatura rusa como Dostoevskii y Tolstoi.

Al mismo tiempo, el populismo tenía un carácter telúrico, vinculado a la tierra, asumido a través de la esencia misma del pueblo, es decir el campesinado. Y toda vez que el campesinado era colectivista, el populismo era a su vez colectivista. Como dice Berdiaev “Todos los populistas idealizaron las formas de vida campesinas. La comunidad campesina era considerada por ellos como un producto original de la historia rusa, como un tipo ideal [de economía], o como decía N. Mijailovskii, un tipo ideal [de economía] en un estadio inicial de desarrollo” (BERDIAEV, 1997, p. 294). En consecuencia el populismo hará del colectivismo campesino la base y expresión de su Idea de Rusia, de sus proyectos de transformación social.

No se puede hablar de un único populismo. En su seno se manifestaron varias corrientes. El populismo de base filosófica religiosa, por ejemplo el de los eslavófilos, el de Dostoevskii o Tolstoi, entendía que en el pueblo estaba escondida la verdad religiosa. Por el contrario, el populismo social, muchas veces ateísta, consideraba que el pueblo escondía la verdad social. Como después pasaría con el bolchevismo, el populismo albergó en su seno a eslavófilos y occidentalistas, a revolucionarios y conservadores, a socialistas, marxistas y anarquistas. Unidos y al mismo tiempo enfrentados de forma radical, unos y otros consideraban que había que llegar al pueblo.

Precisamente, el principal objetivo de los marxistas rusos, en particular de Plejanov y del joven Lenin, fue desmontar las percepciones idealistas que del campesinado ruso tenían los populistas. Pero, curiosamente, una vez eliminado ese componente idealista, y entendiendo el significado del campesinado como clase en la revolución, Lenin, ya a partir de los años 1905-1097, asumió los elementos fundamentales del populismo, racionalizándolo con el marxismo e incorporándolo al bolchevismo. Por cierto, para gran desesperación de Plejanov y de los marxistas socialdemócratas ortodoxos.

Moscú, febrero 2020

CONTINUARÁ

Bibliografía

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