LITERATURA Y REVOLUCIÓN “…SANGRIENTA E IMPLACABLE…QUE DEBERÁ CAMBIAR TODO DE FORMA RADICAL” VI
Sexta parte: Perfil biográfico de la acción directa.
Antonio Fernández Ortiz
Historiador
Tras el asesinato del zar Alejandro II, en apenas un par de semanas, fueron detenidos por la policía todos los participantes en el atentado. El tres de abril de 1881, un mes después del atentado, fueron ejecutados cinco de ellos. ¿Quiénes eran estas personas, de dónde procedían, a qué se dedicaban?
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Nikolai Ivanovich Kibalchich (1853-1881), ingeniero, inventor y revolucionario. Es difícil determinar cuál de estas tres actividades era para él la más importante. Kibalchich, como Tsiolkovskii y otros muchos cosmistas rusos, pensaba que estaba próximo el tiempo en que los habitantes de la Tierra saldrían al cosmos e incluso se quedarían a vivir en él. En la cárcel, ya condenado a muerte y esperando su ejecución, Kibalchich dedicó sus últimos días a trabajar en el desarrollo de un aparato con motores a reacción para la realización de vuelos cósmicos. En una de sus notas escribió: “Estando en la cárcel, a unos cuantos días de mi propia muerte, escribo este proyecto. Yo creo en la realización de esta idea, y esa fe me sostiene en mi terrible situación. Si después de su detenido estudio por los científicos especialistas, mi idea es tomada como realizable, entonces seré feliz por haber prestado un gran servicio a mi patria y a la humanidad” (CHERNIAK, Moskva).
Cuando el Jefe de Policía de San Peterburgo vio los escritos de Kibalchich, ordenó que se archivaran junto con el expediente del condenado, ya que la lectura de los mismos no era conveniente porque podrían ocasionar “interpretaciones fuera de lugar”. Las esperanzas de Kibalchich sólo pudieron cumplirse casi cuarenta años después, cuando su proyecto fue redescubierto en 1917 y publicado en la revista “Biloe” por el científico N.A. Ribin.
Unos años más tarde, un joven intelectual llamado Alexander Ilich Ulianov (1866-1887), hermano mayor de quien más tarde fue conocido como Lenin, intentó, en compañía de un grupo de activistas revolucionarios, algunos de ellos menores de edad, atentar contra Alejandro III.
Ulianov había acabado sus estudios preuniversitarios con medalla de oro (equivalente a matrícula de honor) y había ingresado en la Facultad de Física y Matemáticas de la Universidad de S. Peterburgo. Llevaba una intensa vida universitaria, participando en seminarios y círculos de estudio de biología, literatura y economía. También participó en las reuniones y actividades de varios grupos ilegales de estudiantes. Fue uno de los organizadores de la Fracción Terrorista del partido Narodnaia Volia en 1886, compuesta principalmente por estudiantes de la universidad de S. Peterburgo muy influenciados por las ideas populistas y por las lecturas de Marx, Engels y Plejanov.
En el transcurso de la preparación del atentado contra el zar, los jóvenes fueron detenidos y juzgados. Cinco fueron ejecutados, entre ellos Alexander Ulianov. El resto fueron condenados a distintas penas de reclusión y trabajos forzados.
Entre los que evitaron la pena de muerte se encontraba el polaco Bronislav Pilsudskii (1866-1918), también estudiante de la universidad de S. Peterburgo (Facultad de Derecho). Primeramente fue condenado a muerte junto con Ulianov, pero a última hora le fue conmutada la pena capital por 15 años de trabajos forzados en la isla de Sajalín, de los que cumplió diez. Los cinco años que le quedaron por cumplir le fueron conmutados por la pena de exilio en el Lejano Oriente ruso. Trabajó en Vladivostok, en Kamchatka y en varias islas rusas del Pacífico, desarrollando una interesantísima labor como antropólogo entre varias minorías étnicas de la región. Una vez cumplida la pena de exilio, emigró a los EEUU a través de Japón. Finalmente, después de dar, literalmente, la vuelta al mundo, llegó a Polonia en 1905. Al empezar la Primera Guerra Mundial se trasladó a Suiza y más tarde a Francia donde murió ahogado en el río Sena en 1918.
Por cierto, su hermano menor Iusef Pilsudskii (1867-1935), fue condenado también por su participación en la preparación del mismo atentado contra el zar Alejandro III. En su caso, su condena fue más suave, cinco años de exilio en Siberia. Una vez cumplida, volvió a Polonia donde participó en la organización del Partido Socialista Polaco. Se dedicó a la preparación de grupos de combate para la realización de atentados y asaltos a bancos, trenes y oficinas postales con el fin de recaudar fondos para la causa revolucionaria.
Bajo la protección de las autoridades del Imperio Austro-Húngaro se dedicó a la organización de grupos armados paramilitares con el fin de ser utilizados en caso de guerra contra Rusia, lo que finalmente ocurrió tras el inicio de la Primera Guerra Mundial. Ya en la guerra organizó las Legiones Polacas que lucharon a favor de Alemania y Austro-Hungría en la guerra contra Rusia.
Aprovechando las circunstancias que rodearon el final de la Primera Guerra Mundial, Pilsudskii acabó siendo colocado al frente de la recién proclamada República Polaca. A pesar de su formación marxista, y de su pasado revolucionaria e internacionalista, Pilsudskii abrazó la causa nacionalista polaca y los planes expansionistas de la nueva Polonia que pretendían resucitar el viejo sueño polaco de una «Polonia de mar a mar» (del mar Báltico al mar Negro) incorporando al Estado polaco los territorios de Lituania, Bielorrusia y Ucrania. La materialización de aquellos planes llevó muy pronto a la guerra con la Rusia Soviética y, más tarde, a la Paz de Riga. Una paz que aprovechando la debilidad de la joven república soviética supuso la anexión por parte de Polonia de importantes territorios de Bielorrusia y Ucrania, y fue la causa del conflicto polaco-soviético anterior a la Segunda Guerra Mundial.
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Quizá una de las activistas populistas más conocidas fue la polaca Vera Zasulich (1849-1919). Con apenas veinte años fue detenida por primera vez al estar vinculada con los sucesos que rodearon el asesinato cometido por Nechaev en la persona de un militante de su organización. Zasulich cumplió condena en la cárcel hasta el año 1871 y después fue enviada al exilio a regiones no muy alejadas de Moscú. De nuevo en S. Peterburgo, el cinco de febrero de 1878 acudió a una cita que tenía con el alcalde de la ciudad de S. Peterburgo, F. F. Trepov y le disparó dos veces a bocajarro.
Aquel acto fue un intento de vengar a su compañero de organización, Bogoliubov, que había sido duramente golpeado como castigo disciplinario mientras cumplía condena en la cárcel. El alcalde resultó gravemente herido y ella detenida en el acto. Fue juzgada, y aunque la ley preveía una condena de quince a veinte años de reclusión, Zasulich consiguió ganarse las simpatías del jurado popular e incluso del propio juez y fue finalmente declarada inocente y dejada en libertad. El veredicto absolutorio fue revocado rápidamente, pero Zasulich consiguió poner tierra de por medio y abandonó Rusia (ITENBERG, 1999, pp. 154-162).
Vera Zasulich fue una escritora muy conocida en aquellos años. Además, participó en debates teóricos importantes sobre el destino de la comunidad campesina rusa en el futuro revolucionario. Mantuvo correspondencia con Karl Marx sobre este asunto y alcanzó posteriormente fama por ello entre los círculos intelectuales de Occidente. Con el paso del tiempo Zasulich abandonó, al menos formalmente, el terrorismo y mantuvo hasta su muerte una importante actividad política en las filas mencheviques del Partido Socialdemócrata Ruso. Enemiga encarnizada de los bolcheviques fue contraria a la Revolución de Octubre, a la que consideró contrarrevolucionaria.
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Un personaje interesantísimo fue el joven poeta Leonid Kanegisser (1896-1918), famoso en los círculos literarios de S. Peterburgo y Moscú y amigo de muchos de los jóvenes poetas de aquel periodo, entre ellos Esenin. Militante de un partido político minoritario, el Partido del Trabajo Populista-Socialista, el treinta de agosto de 1918 mató de un disparo al Presidente de la Comisión Extraordinaria de la ciudad de Petrogrado, Moisei Solomonovich Uritskii.
Después de su detención realizó unas particulares declaraciones con las que intentó explicar los motivos de su acto. Según el mismo manifestó, disparó contra Uristkii para que pagara por las culpas de su pueblo, por los desmanes llevados a cabo por los judíos bolcheviques: “Soy judío. He matado a un vampiro-judío, que gota a gota bebe la sangre del pueblo ruso. He intentado mostrar al pueblo ruso que para nosotros, Uritskii no es un judío. Es un renegado. Lo he matado con la esperanza de restablecer el buen nombre de los judíos rusos” (VAKSBERG, 2003).
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Otra activista destacada fue Fanny Efimovna Kaplan (1890-1918). Desde muy joven se incorporó al movimiento revolucionario ruso como militante anarquista y en el año 1906 participó, con su pareja Yakov Shmidman, en un atentado fallido contra el General-Gobernador de Kiev. Mientras manipulaban el artefacto explosivo que iban a utilizar en el atentado, éste les explotó, y ella perdió parcialmente la vista. Detenida y juzgada fue condenada a muerte, pena que le fue conmutada a consecuencia de su minoría de edad por la de cadena perpetua a trabajos forzados.
Durante el tiempo de su reclusión entablo amistad con María Spirodovna, una de las líderes más conocidas del partido socialista-revolucionario (ESER), incorporándose tras su liberación en el año 1917 a las filas de este partido. En el verano de 1917, en un sanatorio para antiguos condenados abierto por el Gobierno Provisional en Evpatoria (costa del Mar Negro), Fanny Kaplan conoció al hermano menor de Lenin, Dimitri Ulianov, que le recomendó ponerse en tratamiento médico en la clínica oftalmológica del doctor Girshman, un prestigioso oftalmólogo en aquellos años.
Kaplan recuperó parte de su visión, lo suficiente para disparar contra Lenin el 30 de agosto de 1918 después de finalizar un mitin en una fábrica de Moscú. Fue detenida por unos trabajadores mientras intentaba huir en tranvía. En su interrogatorio se declaró enemiga de la Revolución de Octubre y manifestó que la decisión de atentar contra Lenin la había tomado ella sola tras la disolución de la Asamblea Constituyente. Dijo considerar a Lenin como un traidor a la revolución y que sus actos alejaban para decenas de años la materialización de las ideas socialistas.
Fue fusilada en uno de los patios de Kremlin en Moscú, sin juicio y por orden verbal del Yakov Sverdlov, Presidente de Comité Ejecutivo Central de toda Rusia (equivalente en aquellos momentos a Jefe del Estado en la Rusia Soviética). Uno de los escasos presentes durante la ejecución fue el famoso escritor Demian Bedni. De él hablaremos en otra entrega.
Moscú, agosto 2020
CONTINUARÁ